La inteligencia artificial (IA) está transformando el sector hortofrutícola y va mucho más allá de la simple mejora de procesos. La IA invita a repensar el negocio desde una perspectiva de valor y diferenciación. No se trata solo de ser más eficientes, sino de crear modelos de negocio distintos y aportar un valor único al mercado. Es un cambio de visión que implica dejar de vender solo un producto para ofrecer calidad y diferenciación.
Una de las grandes fortalezas de la IA es su flexibilidad y capacidad para adaptarse a distintos niveles de la cadena de valor. Sin embargo, existe el riesgo de abordarla como una “solución paquetizada”, como un producto cerrado que no permite personalización. Las grandes compañías de software están vendiendo IA en paquetes cerrados, pero eso solo ofrece una solución superficial. El verdadero potencial de la inteligencia artificial reside en diseñarla específicamente para las necesidades de cada negocio.
No una simple herramienta
Adoptar la IA requiere una visión estratégica de su valor, entendiendo que no es solo una herramienta tecnológica, sino una capacidad fundamental para la compañía. Este proceso implica integrar datos de diversas fuentes y ajustarlos en función de la estrategia, lo cual permitirá tomar decisiones más precisas y alineadas con la demanda real. Para eso, es necesario hacer espacio para la IA en los procesos empresariales y redefinir la forma de trabajo, siempre con una base sólida de datos bien organizados. El dato ha pasado a ser más relevante que el proceso y eso nos debe llevar a mejorar las decisiones que tomamos y a tener procesos más flexibles que nos captan, aportan y permiten poner en valor los datos y las decisiones que tomamos con ellos.
Hoy en día, la IA se utiliza en agricultura para prever la demanda de productos, el análisis por imagen para determinar la madurez de frutas y vegetales, y estudiar el clima para adaptar los cultivos. Estos datos son cruciales para tomar decisiones informadas sobre el cultivo y la producción. La Inteligencia Artificial permite procesar esta gran cantidad de datos e información de distinta tipología para tomar decisiones clave en un sector en el que el producto está vivo. El gran reto en el agro es saber qué, cuándo y cómo producir para satisfacer la demanda, optimizar la producción y reducir el desperdicio. Pero la llegada de la IA en la amplia mecanización (ahora robotización) en la producción permitirá abordar tareas más complejas y singulares, reduciendo la necesidad de retorno de inversión respecto a iniciativas tecnológicas precedentes.
«El verdadero potencial de la inteligencia artificial reside
en diseñarla específicamente para las necesidades de cada negocio»
Un cambio de modelo de negocio
El futuro del sector hortofrutícola depende de cómo se integre la IA en la estrategia de negocio. La colaboración en la cadena de suministro es clave para conectar al productor con el mercado en tiempo real. Esto permite una relación de mayor valor entre cliente y productor, y optimiza el flujo de trabajo en la cadena de suministro.
La IA tiene el potencial de transformar el modelo de negocio, al gestionar y predecir patrones, podemos ofrecer respuestas mucho más precisas al mercado y, a su vez, afianzar el negocio en un sector cada vez más competitivo. La IA no es solo una tecnología, es una capacidad estratégica clave para los líderes empresariales. El CEO sigue decidiendo, pero el cómo habilitamos esas decisiones, lo que podemos aportar para tomar las decisiones, está evolucionando muy rápido gracias a la IA.
Sostenibilidad y retos
La IA también ayudará a reducir el uso de insumos como pesticidas y a promover técnicas sostenibles. Una planificación adecuada permite optimizar el uso de los recursos, seleccionando variedades de cultivos más resistentes y alineadas con las condiciones climáticas. Esta visión integrada ayuda a reducir el impacto ambiental y está en línea con los objetivos de la Unión Europea.
Nos enfrentamos a dos retos fundamentales, por un lado, las personas, los perfiles especializados. Para la introducción de una capacidad como esta es necesario disponer de perfiles que puedan dirigirla y entender dónde tiene que ubicarse la IA en el negocio, para obtener todo su potencial. Y, por otro lado, la inversión tecnológica; añadir datos, tenerlos bien definidos e incorporar esas tecnologías que permitan sacarle todo el rendimiento a esta capacidad.
La IA no es una moda, es una capacidad que nos puede aportar un valor diferencial. Si no somos capaces de identificar las oportunidades que nos aportan las tecnologías inteligentes perderemos la capacidad de diferenciación. En un mundo tan competitivo, ser uno más es no ser.
Gracias a las tecnologías inteligentes podemos conectar toda la cadena de valor y también acortarla. Esto permite que el productor pueda capturar valor en todos los puntos de la cadena. Si como productores somos capaces de entender el mercado y conocer a los consumidores, podemos aplicar ese conocimiento al producto para satisfacer mejor la demanda y tener un producto diferencial.