Sin herramientas para combatir la mancha foliar del caqui
La asociación critica las futuras exigencias del Gobierno en productos fitosanitarios y solicita, en cambio, la investigación y la autorización urgente de nuevos formulados: “El Pacto Verde pasa por salvar los cultivos de las plagas y enfermedades”.
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La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) exige a la Generalitat Valenciana y al Gobierno central que redoblen sus esfuerzos en la investigación y la autorización urgente de nuevos formulados para evitar la expansión de la mancha foliar del caqui (Plurivorosphaerella nawae) en las próximas campañas.
La organización agraria advierte de las nefastas consecuencias que amenaza con provocar este hongo en el cultivo después de que técnicos de la conselleria de Agricultura informaran, durante una jornada fitosanitaria organizada por AVA-ASAJA en la Finca Sinyent, que en 2019 detectaron graves resistencias frente al grupo de fungicidas estrobirulinas –Azoxistrobin y Piraclostrobin– en varios términos de La Ribera Alta (Alzira, Benimuslem, Guadassuar y Massalavés) y que en 2020 comprobaran la extensión de estos fallos de control a la mayoría de las zonas productoras de caqui de la provincia de Valencia.
Tanto es así que muchos agricultores no lograron reducir la presencia de la mancha foliar del caqui en sus parcelas a pesar de incrementar el número de aplicaciones, lo que además comportó un mayor impacto ambiental y un sobrecoste económico. De cara a la presente campaña, la conselleria recomienda incluso evitar el empleo de estrobirulinas o limitar su uso como máximo a una sola ocasión por campaña, mezclando el producto con otro fungicida de diferente grupo.
AVA-ASAJA considera más necesario si cabe la puesta a disposición de nuevas alternativas porque de las otras materias activas fitosanitarias que aún están autorizadas –Difenoconazol, Bacillus subtilis y Mancozeb– esta última ya tiene fecha de caducidad: el próximo 4 de enero de 2022 estará prohibido su uso.
Por otra parte, el cultivo se enfrenta a una incidencia sin precedentes de cotonets y moscas blancas que en el último ejercicio elevaron el desperdicio de caquis a pie de campo hasta las 85.000 toneladas. En ese sentido, la asociación también pide la puesta en marcha de estudios sobre la función que desempeñan las hormigas en la propagación de estas plagas y, en su caso, la obtención de sustancias que reduzcan la población de tales insectos.
El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, avanza que “el caqui valenciano atraviesa una situación de emergencia sanitaria que pone en peligro su misma supervivencia. Es un ejemplo especialmente significativo de lo mal que lo están haciendo nuestros políticos en materia de sanidad vegetal. Ninguna fruta pierde tantos kilos en el campo por culpa de no disponer de soluciones contra las plagas y enfermedades. La conselleria de Agricultura (IVIA) logró encontrar herramientas de control cuando se detectó un primer brote de mancha foliar hace varios años, pero las restricciones fitosanitarias nos han ido quitando armas y eficacia. Si no se consiguen alternativas, las resistencias serán más fuertes y la mancha foliar podría suponer una auténtica catástrofe”.
Menos exigencias y más investigación El Gobierno acaba de aprobar un real decreto que podría introducir nuevas exigencias en las condiciones de almacenamiento, comercialización, control oficial y autorización de ensayos con productos fitosanitarios. Ante esta inminente normativa, Aguado lamenta que “nuestra clase política parece más preocupada por complicar la vida a los agricultores que por facilitarla. El Pacto Verde contempla recortes de materias activas y de fertilizantes absolutamente inasumibles mientras no dote al sector de alternativas sostenibles y eficaces. El Pacto Verde pasa por salvar los cultivos de las plagas y enfermedades. Porque sin cultivos, sin agricultura, Europa ni podría preservar la sostenibilidad medioambiental, ni luchar contra el cambio climático, ni garantizar la soberanía alimentaria a todos los ciudadanos europeos”.