El docente de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes de la Universidad de Córdoba ha analizado los resultados de dicho proyecto durante una conferencia auspiciada por el grupo popular en el Parlamento Europeo en Bruselas sobre la mitigación del cambio climático en la agricultura.
González ha destacado que la agricultura de conservación permite potenciar los suelos agrícolas como sumideros de carbono sin perder producción.
Según sus estimaciones, se podrían capturar así hasta 189 millones de toneladas de dióxido de carbono al año en la Unión Europea.
Las fincas participantes en el proyecto han podido, además, seguir incrementando el carbono en el suelo con el paso de los años, aunque los resultados varían en función del clima, la meteorología, la rotación de cultivos y el tipo de suelos, según el experto, que ve “mucho margen de mejora”.
De media, en los últimos dos años se ha reducido un 18 % el consumo de energía en esas fincas de agricultura de conservación, lo que ha servido para optimizar el uso de insumos como los fertilizantes y reducir sus costes.
También se ha aumentado la eficiencia en el uso del agua, ya que las cubiertas vegetales en el suelo mantienen más la humedad, así como mejoran la biodiversidad de la zona y ayudan a mitigar los efectos del cambio climático, entre otros beneficios.
El proyecto LIFE Agromitiga, que está en su último año de ejecución, cuenta con el apoyo financiero del programa LIFE de la UE, bajo la coordinación de la Asociación Española de Agricultura de Conservación–Suelos Vivos (Aeac-sv).
También participan la organización agraria Asaja, la Universidad de Córdoba; la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía; el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (Ifapa); y la Federación Europea de Agricultura de Conservación (ECAF).
El ámbito principal de actuación es Andalucía, aunque también se desarrollan actuaciones en explotaciones de Grecia, Italia y Portugal.
La siembra directa, las cubiertas vegetales son algunas de las prácticas promovidas en este proyecto de agricultura de conservación, que puede frenar en más de un 90 % la erosión de los suelos agrícolas.
Se calcula que la erosión del suelo afecta a un 25 % de la superficie agraria europea y causa pérdidas de producción de 1.250 millones de euros anuales en la UE, con unos costes de restauración que son diez veces más altos que los costes de prevención.
En otro proyecto, la empresa Syngenta ha llegado a la conclusión de que, con ese tipo de prácticas sostenibles, los agricultores han mejorado su rentabilidad entre un 6 y un 18 % de media en los últimos cinco años y han reducido su huella de carbono entre el 12 y el 22 % en comparación con el sistema convencional.
“Las debilidades en el establecimiento del cultivo se ven compensadas por la reducción de los costes operacionales”, ha apuntado el director de Asuntos Corporativos de Syngenta en España, Francisco García