El melón y la sandía son dos de las frutas protagonistas del verano. Además, son perfectas si se está a dieta de adelgazamiento, pues tienen menos azúcar que otras frutas como la manzana, la pera o la naranja, y un gran contenido en agua (el 88% del melón y el 92% de la sandía). El problema es que encontrar uno bueno es, en ocasiones, una aventura.
El sexo del melón y la sandía
Uno de los últimos trucos que ha viralizado por las redes sociales es que los melones y sandías hembra están más dulces y tiene mejor sabor que los macho. Según este truco, las piezas de sandía alargadas serían machos y las más redondeadas serían hembras. Mientras, los melones con estrías en circunferencia con el pedúnculo se tratarían de hembras y las estrías en línea perpendicular indicarían que se trata de un macho.
Este truco no tiene base científica. El portal Maldita.es ha explicado que es absurdo pensar que las frutas tiene sexo. Así, Jan van der Bloom, responsable del departamento de técnicas de producción de Coexphal (Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Almería), explica al medio que es absurdo hablar del sexto de estas hortalizas. Las diferencias exteriores se deben a la variedad o a las condiciones de crecimiento y no indican su sabor o calidad.
Qué trucos sí funcionan para elegir un melón o una sandía de calidad
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) realizó el año pasado el siguiente decálogo de consejos para saber elegir un buen melón y o una sandía.
– De mayo a octubre: el melón y la sandía deben tomarse en su época: entre finales de mayo y primeros de septiembre (sandía) o de octubre (melón). Esta opción es más sostenible que consumir productos que han de ser importados de otros países.
– En la cima del montón: los ejemplares que en la frutería están arriba del todo sufren menos golpes y suelen estar en mejores condiciones.
– Duros al tacto: la falta de firmeza indica que están pasados o que han sufrido daños.
– Sin grietas: descarta los que tengan defectos, pero sin obsesionarte. Una manchita más clara no es mal síntoma: el fruto puede estar maduro pero esa es la zona que reposaba sobre la tierra durante el cultivo.
– El toquecito y la presión: la sandía se golpea levemente y si está en su punto sonará a hueco. El melón se aprieta por sus extremos: si está en su punto la base cederá ligeramente y el otro extremo (el pedúnculo) se abombará un poco.
– Aroma de fruta madura: la zona del pedúnculo debe oler a fresco.
– Color moderado: los melones verde intenso aún no están en su punto, aunque en la sandía hay más matices.
– Comprados en piezas (cortados por la mitad, en cuartos o en dados…) la ventaja es que a simple vista verás si están maduros. El inconveniente es que se pierde frescura respecto a un melón o una sandía recién cortados. Las piezas cortadas deben ser envueltas, o estar envasadas si se trata de una tienda.
– Cortar y conservar: en el melón hay que eliminar los dos extremos (en la sandía no hace falta) y apartar las semillas. Lo que sobre se guarda en la zona menos fría de la nevera, bien tapado para que no coja olores.
Fuente: El Economista