El precio de la patata gallega se mantiene pese a la menor producción
La cosecha ha producido 110 millones de kilos, por debajo de las previsiones más optimistas, que apuntaban a unos 120 millones.
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El precio de la patata en origen se ha mantenido durante esta cosecha igual que el del año pasado, que vino marcada por la falta de producción. Esta vez no ha sido así. La cosecha ha producido 110 millones de kilos, según los datos de la Indicación Xeográfica Protexida Pataca de Galicia, por debajo de las previsiones más optimistas, que apuntaban a unos 120 millones. La campaña pasada se cerró con unos 90 millones de kilos recogidos.
Este año los productores han cobrado el kilo a entre 12 y 13 céntimos, como tenían estipulado por contrato con los almacenistas. La cifra es muy similar a la que percibieron en el 2016. En A Limia hay una decena de almacenes, que comercializan el 90 % de la producción. Eso sí, de ahí sale a otro precio, porque hay que etiquetarla, envasarla y distribuirla, apuntan desde el sector.
No se han registrado, pues, cambios importantes en los precios en origen respecto al año pasado. Y eso a pesar de que siguen entrando grandes cantidades de producto procedentes de otras zonas de España, e incluso de Francia, un país competidor y que ha hecho caer los precios en otros puntos de la Península, como en Burgos, donde el kilo de tubérculo se llegó a mover a tres céntimos. «Hay un excedente de patata ahora mismo, porque se fueron juntado producciones. La andaluza, que por tradición es la primera, se juntó con la de Valladolid, después con la de Salamanca y, más tarde, con la nuestra», explica Amador Díaz, presidente de la recientemente creada asociación de patateros de la comarca ourensana de A Limia, la mayor en volumen de producción en Galicia. El colectivo aglutina al 90 % de un sector formado por unos 130 agricultores.
A la patata española se une la francesa. «Desde Francia intentan alargar la producción y, para ello, tienen ayudas», resalta Díaz, que critica la falta de mimo del Estado con los agricultores. «Los políticos tienen que entender que la agricultura es la base de la economía de nuestro país», añade. Eso sí, el presidente de los patateros reivindica que la calidad no es comparable.
Cierto es, apunta también, que el hecho de que las patatas galas lleguen lavadas al supermercado hace que algunos consumidores vayan a ellas porque entran mejor por los ojos que las gallegas. «Pero después, a la hora de cocerla y freirla, la cosa cambia», dice. Sin embargo, reconoce que el consumidor final es cada vez más selectivo a la hora de comprar, lo que redunda en beneficio para la patata gallega con sello de calidad.