María Fernanda Campa ha sido elegida por sus compañeros como una de las mujeres más influyentes del agro, un reconocimiento que quiere hacer extensivo a todas las mujeres del sector hortofrutícola, las que están “entre bambalinas y duele su sombra, comenzando por las propias agricultoras”, a quienes “solo puedo ofrecer el mayor de los respetos”. “Vosotras sois yo, aunque sin voz, y este día de mi gloria es también vuestro por derecho”, afirma.
Estudió Ingeniería Técnica Agrícola por vocación. “Soy originaria del mundo rural ganadero y mis referentes eran los Agentes de Extensión Agraria, servicio oficial que proporcionó una gran ayuda y desarrollo a la agricultura y ganadería españolas”, explica. Tras finalizar sus años universitarios, que no su formación –“sigo formándome”-, y no sin alguna vicisitud previa que otra, llegó a Mercados en Origen (MERCO), donde entró a formar parte del primer equipo de calidad en frutas y hortalizas de España junto con tres compañeros a los que, más tarde, se uniría otra mujer. “Esa fue mi verdadera facultad”, recuerda.
Con el cierre de MERCO, paralelo al de Pascual Hnos., compañía por la que había fichado, inició su particular travesía por el desierto. “Hablar de calidad en esa época era una pérdida de tiempo, no se abría ninguna puerta, ni siquiera una ventana”, y cuenta cómo llegó a vender incluso pieles italianas a los fabricantes de marroquinería españoles. Y de nuevo, por accidente, llegó al sector hortofrutícola de la mano de Freshuelva, convirtiéndose en delegada en el mercado internacional de Saint Charles, en Perpignan, cuando trabajaba en la puesta en marcha de un Consulting de Calidad.
La agricultura y la calidad volvían a cruzarse en su camino, hasta que, en 1999, se incorporó a Bocchi Fruit Trade Spain -más tarde Greenyard Fresh Spain S.A.– como controladora de calidad. “Curiosamente, mi cliente favorito en MERCO”, señala.
Para Campa, las mujeres han sido siempre “las grandes gestoras del mundo agrícola” y, de hecho, llevan siglos aportando al sector “tenacidad, resolución y eficacia, tienen una muy buena visión a largo plazo”. Reconoce que, actualmente, no es tanta la diferencia entre géneros en los distintos eslabones de la cadena y, aunque la situación era bien distinta cuando inició su andadura profesional, “eso no me impidió trabajar y ganarme el respeto de superiores, agricultores y colegas, y que muchos hombres apostaran por mí”. Llegada a este punto, lanza un mensaje claro: “No se puede juzgar a 400 por 40, hay que dejar a los hombres y también a las mujeres tóxicos a un lado y valorar globalmente en el tiempo”.
Atribuye su éxito y reconocimiento en el sector al hecho de ser “una echá p´adelante”, como le dijo un día una gran colega, y a su capacidad para “crear relaciones, interactuar, ser humilde, aprender cada día y enfrentarse a los nuevos retos siempre con pasión y ganas”, sin perder de vista que hay que hacer equipos y entender “al que tengo enfrente”.
Consciente de que enfila ya el final de su carrera profesional, agradece el reconocimiento, que valora como “una inyección de cariño y vitalidad”. Y con los galones que le da la experiencia, se atreve a hacer una crítica sobre la situación actual del sector, que “lidia una lucha de titanes por su supervivencia en medio del caos”. Para Campa, el agro “en breve pasó de héroe durante la pandemia a villano sin la protección y defensa de su señor”, entiéndanse políticos y asociaciones.
Agrónoma por vocación
• Un referente: Jesús García Yuste, director de calidad de MERCO, “por su mano izquierda, educación, pragmatismo y humor inglés”.
• 2 momentos clave: su tiempo como delegada de Freshuelva y la que llama ‘La guerra de los 100 días’ en Almería, coincidiendo con las crisis del Isofenfos-metil. “Volver a recuperar la confianza de clientes y mercados fue un éxito de un gran equipo entre partners (Syngenta y Bioline), técnicos del sector y Greenyard Fresh Spain.
• Un reto: Que todos los estamentos de las empresas hortofrutícolas valoren los departamentos técnicos, “esa parte que no se ve, pero que hace posible las transacciones y la evolución de la producción”. Y en lo personal, “volver a mi casa en Asturias, al grupo de teatro y leer todo lo atesorado hasta hoy”.