“No podemos cultivar como hace 30 años”
Edypro, empresa biotecnológica, acaba de cumplir 25 años renovando su compromiso con una agricultura inteligente, que saca lo mejor de cada cultivo para lograr los resultados más favorables.
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Veinticinco años no son nada, o son mucho. En el caso de Edypro, han sido los suficientes para convertirse en una empresa de referencia en la mejora de la producción agrícola mediante el uso de fertilizantes biotecnológicos, que investiga y desarrolla desde 1996.
En el acto de conmemoración de su 25 aniversario, celebrado el pasado noviembre en el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia, nos reunimos con su fundador y hoy, además, gerente y director técnico, Vicente Puchol, con quien no hacemos balance de su trayectoria, sino que preferimos mirar al futuro.
Producir de modo inteligente
“No podemos cultivar como hace 30 años, eso acaba siendo una forma de vivir en el pasado sin mirar al futuro”, afirma Puchol, quien reconoce que, por fin, “es nuestro momento”, el de las soluciones biotecnológicas. La política europea camina hacia un futuro más verde (el Pacto Verde Europeo) y, es más, la pandemia ha demostrado que “debemos fomentar la producción interna europea para evitar problemas de suministro en caso de conflictos o nuevas crisis”.
«Mejoramos la rentabilidad de las explotaciones y aportamos un valor añadido a la alimentación humana»
Todo ello debe llevar al sector hortofrutícola a “producir de modo inteligente”, es decir, “incrementando la calidad y, paulatinamente, la producción por superficie”. Y llegado a este punto, el gerente de Edypro explica que “la calidad ya no es solo un acabado morfológico, sino que debemos llevar el cultivo a su máxima expresión, logrando un alto estándar de fruto, una uniformidad muy alta y, además, una gran formación interna”.
Nuevos productos
En Edypro trabajan actualmente en el desarrollo de nuevos productos que permitan a las plantas “evolucionar de forma favorable”, fortaleciendo su sistema inmune y preparándose así para hacer frente a plagas y enfermedades. Y todo ello redunda, finalmente, en la mejora de la rentabilidad de las explotaciones agrarias, a la vez que “aportamos un valor añadido a la alimentación humana”.