Una campaña de cereza extraordinaria. No solo por el volumen de kilos recogidos, pese a que hacía mucho tiempo que los agricultores del Valle del Jerte no veían una cerecera con los árboles tan cargados como este año, también por otros factores que han rodeado a la recolecta.
La falta de mano de obra, la cambiante meteorología y el escaso valor económico que alcanzó la fruta en el mercado son algunas de las sentencias que pueden servir para resumir la campaña de 2017.
La abundante cosecha no pilló por sorpresa a los expertos, ya que se dieron tres circunstancias que apuntaban en esa dirección. En primer lugar, y quizá la más importante, la reducida producción del año anterior, pero igual de determinantes fueron la acumulación de horas de frío de los árboles en invierno y la benignas temperaturas durante los días de la floración.
Muchas de las variedades de cerezos son veceras, es decir que su producción oscila mucho de un año a otro. En 2016, por la Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte, la empresa que más cereza mueve en toda Europa, pasaron 12 millones de kilos y en la pasada campaña han superado los 21. «Esta cantidad supone en torno al 65% del total de cerezas que se recogen en el norte de Extremadura», según Emilio Sánchez, presidente de la Agrupación. De esta forma, la producción total se puede cifrar en cerca de los 32,5 millones de kilos de fruta.
El destacado aumento de la producción se nota en la dificultad de los propietarios de las explotaciones agrarias y de los centros de procesamiento para encontrar mano de obra. «El año pasado vinieron muchos jornaleros que se fueron sin trabajar y este año no han venido», admiten algunos agricultores. Sánchez detecta otro detalle: «Los trabajadores extranjeros son cada vez menos, es algo que se ha notado en las campañas de otros productos agrícolas, y también nos ha costado encontrar a personas de la zona que estén disponibles».
La Agrupación del Valle del Jerte manipula 21 millones de kilos, en torno a un 65% del total del norte de Extremadura
Por otro lado, la gran cantidad de kilos recogidos influye directamente en el menor precio que se ha pagado por la fruta este año, pero la meteorología también ha tenido su responsabilidad: las tormentas y los días de frío, además de haber arruinado la cosecha en las explotaciones que se han visto afectadas directamente por las precipitaciones, han supuesto que la cereza haya tenido una calidad inferior y se haya pagado menos. «Si los árboles tienen más fruta, esta alcanza un menor calibre -comenta Carlos A. Zarza Moreno, técnico de la Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte, como otra de las causas- y si el tamaño es más pequeño, el precio también se reduce».
La elevada recolecta también hace aumentar los costes de producción, porque es necesaria más mano de obra, tanto en campo como en industria, y dispara la merma. En la fase más fuerte de la ya pasada campaña, la Agrupación ha llegado a recibir medio millón de kilos de cerezas diarios, de los que salían más o menos la mitad. «Todas las jornadas, por necesidad del proceso, había que guardar producto en las cámaras, con la consiguiente reducción de peso y pérdida de beneficio», explica Zarza.
¿Cuál es cuál?
La diferencia entre picotas y cerezas de rabo es uno de los detalles que se deben tener en cuenta a la hora de hablar de la producción. Y es que todas las picotas son cerezas, pero no todas las cerezas son picotas.
Solo existen cuatro tipos de picotas, todas ellas amparadas por la Denominación de Origen Cereza del Jerte. Son: ambrunés, pico negro, pico colorao y pico limón, en orden de producción en la actualidad. Además, el Consejo Regulador de la DO admite una cereza de rabo, la navalinda, debido a que es una variedad que solo se da en el norte de Extremadura.
Las picotas tienen unas características especiales que las hacen diferentes y más valoradas en los mercados debido a su sabor, textura y vida útil. Otro detalle reseñable es que, en comparación, hay pocas. «La Denominación de Origen tiene una producción potencial de 8,5 millones de kilos entre todas las variedades de picotas y unos 650.000 kilos de navalinda», recuerda Ignacio Montero, presidente de la DO.
Para hacer una comparativa, de los 21 millones de kilos que este año han pasado por la Agrupación, solo 5,2 son de picotas, mientras que de cerezas de rabo son los 16 millones restantes. El año pasado, con una campaña mucho más escasa, la relación fue 2,6 millones de kilos de picotas y 9,5 de cerezas de rabo. Estos dos datos, unidos al que ofrece la DO, apuntan que las picotas significan una cifra inferior al 24% del total de la producción de cereza extremeña. Este porcentaje lleva estancado bastante tiempo y tiene difícil crecer, como tampoco hay visos de que aumente el número de fincas que se registran en la Denominación de Origen, informa Montero.
El principal motivo es que las variedades de cerezos que dan picotas son más veceras que las de algunos tipos de cerezas de rabo, como la lapins. «Los agricultores buscan una mayor estabilidad en su producción y se decantan por aquellas variedades que se la aportan», en palabras de Zarza, que remarca que los árboles de ambrunés, por ejemplo, tienen mayores complicaciones a la hora de su manejo en el campo, porque son más grandes y necesitan más mano de obra.
Es, precisamente, la ambrunés la reina de las picotas y desde la Agrupación es la variedad que recomiendan poner a todos sus agricultores. «Es un producto único, que solo se cultiva en el Valle del Jerte y que te diferencia en el mercado».
Por ejemplo, la pico limón tiene una producción residual que apenas alcanza los 40.000 kilos.
Dudas
Los consumidores no tienen claras las diferencias entre las variedades de cerezas y la mayor parte se fija solo en si la fruta tiene rabo o carece de él. La confusión se produce porque en las fruterías y grandes superficies se encuentran cerezas desrabadas, con lo que los clientes creen que están comprando picotas de gran tamaño cuando en realidad se llevan a casa variedades de cerezas de rabo a las que este les ha sido retirado durante la recogida. «La mayor diferencia que hay entre las picotas y el resto de cerezas es que las picotas sueltan el pedúnculo de manera natural a la hora de la recolección», indica el técnico de la Agrupación.
El desrabado solo presenta un inconveniente, que acorta la vida útil de la fruta. «En las picotas, la cicatrización del orificio de contacto entre pedúnculo y la cereza se realiza de manera natural y el sellado es muy rápido, mientras que en el resto de variedades queda una oquedad que afecta a su más rápida deshidratación», aporta el técnico de la Agrupación, añadiendo que en la reducción del tiempo en el que la cereza desrabada es apta para el consumo, también influye que se recoge muy madura. «Si se retiran del árbol sin rabo en un punto óptimo de maduración, hay que tirar más fuerte y la fruta se daña».
Fuente: http://www.hoy.es