En 2020, 811 millones de personas sufrieron hambre, un incremento de más de 160 millones desde el año anterior. Estas son las escalofriantes cifras con las que Ismahane Elouafi, directora científica de la FAO iniciaba su conferencia dentro del marco de las “Jornadas sobre el modelo Almería OSE AgroAlmería” celebradas durante el pasado fin de semana en la universidad de Almería.
Elouafi ponía de esta manera el foco en el problema ya que no solo no se van a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030 que predicen el fin de la pobreza o el hambre, sino que los resultados adversos se han incrementado tras la pandemia. Además, la práctica de ciertas acciones perjudiciales para el medio ambiente están haciendo que el hambre aumente y que se reduzca la productividad de los cultivos debido al cambio climático y al ataque a la biodiversidad.
La representante de la FAO ha querido hacer hincapié en la importancia que tienen ciertas acciones desde sectores tan importantes como el agroalimentario, para intentar mejorar esta situación o de lo contrario, la posibilidad del acceso a la alimentación de otros miles de personas se va a ver afectada. “Lo notaremos en la interrupción de la cadena de suministros o en el rendimiento de las cosechas debido a las incidencias del clima o las plagas”, afirma Elouafi. Y es que la FAO afirma que la producción de nutrientes de una semilla se ha reducido en los últimos 10 años debido al aumento de la huella de carbono en el aire. “La mejora en el sistema de producción alimentaria es vital para acabar con el hambre en el mundo”.
¿Cómo contribuye el sistema agroalimentario al cambio climático?
Principalmente a través de las emisiones de gases como el Oxido nitroso que está en el 23% de las emisiones agrícolas y que tiene un impacto 300 veces mayor que el carbono en la atmósfera. El problema además repercute directamente en la producción y es que debido a la disminución de la atmósfera, se producen fenómenos adversos para el normal desarrollo de los cultivos como las lluvias torrenciales, las olas de calor, la sequía, etc.
Por este motivo desde la FAO animan a los productores a apostar por “lo que ellos denominan “aceleradores del cambio” como es la sostenibilidad, la digitalización, el Big Data y toda herramienta que mejore la eficiencia de la producción, utilizando los menores recursos naturales y apostando, por ejemplo, por las energías renovables. “Almería, es un gran ejemplo de este cambio y de cómo aplicar un sistema agroalimentario eficaz”, ha resaltado Elouafi.
Por último ha hecho un llamamiento a realizar sinergias entre todos los actores de la cadena agroalimentaria (productores, distribuidores, cadenas de supermercados, comercializadores…) y ha pedido a los gobiernos que dediquen al menos un 1% del PIB a la ciencia para el desarrollo del sector. “La unión de todos los eslabones es fundamental, el cambio debe empezar ahora”, ¿qué mejor momento para cambiar el chip que en el marco del Año Internacional de las Frutas y Hortalizas y de la celebración de la Cumbre Mundial Agroalimentaria organizada por la ONU?