En primer lugar, y sobre todas las cosas, debe quedar rotundamente claro que requerimientos como la calidad de la oferta hortofrutícola española y la seguridad alimentaria son innegociables y, de hecho, su salvaguarda está garantizada por parte de los productores y también de nuestros clientes.
Ahora bien, en la actual situación de incertidumbre, el antídoto debe ser revisar las estrategias a corto plazo y de forma continua. Los retos son cambiantes y debemos tomar decisiones rápidas, ser flexibles, ágiles, y poseer una visión global e información veraz de nuestro sector en tiempo real y en todo momento, sistematizando procesos, creando una batería de herramientas y procedimientos de soft skills.
Las escuelas de negocios anglosajonas hablan del ‘Método B.A.N.I.’ (Jamais Cascio), el acrónimo en inglés de frágil (B), ansiedad (A), no lineal (N) e incomprensible (I). Pues bien, sobrevivirán y crecerán los más resilientes, no los más grandes, y de nuevo volverán a primar el trabajo bien hecho y la honestidad como ‘valores’ corporativos.
En el caso concreto del sector hortofrutícola, resistirá porque tenemos que comer todos los días; otra cuestión es la transformación que sufrirá. La inflación, también llamada ‘el impuesto de los pobres’, se cargará sobre el precio que paga el consumidor final y habrá empresas que, cuando repercutan su aumento de costes al precio del producto, dejen de ser competitivas e interesantes para los clientes, que podrían dejar de comprarles.
“Debemos averiguar las nuevas necesidades del cliente y suministrarle mejor que el resto”
Decía Michael Porter, profesor de la Harvard Business School, que el 75% de las empresas no tiene estrategia, sino que se limitan a imitar a sus competidores. Yo creo que, en el sector agro, es más del 95%. Si todos perseguimos lo mismo de igual modo, terminamos pareciéndonos cada vez más y, al final, el consumidor elige al más barato, que siempre estará en otras latitudes.
No debemos trabajar para ser los más baratos, sino los mejores, singulares e innovadores; debemos trabajar para averiguar las nuevas necesidades del cliente y poderle suministrar mejor que el resto. Tenemos que ser creativos, y no estoy hablando de descubrir el combustible del futuro, sino de tener equipos humanos que encuentren soluciones a los múltiples problemas del día a día. La creatividad nos incumbe a todos, ser eruditos es fantástico, pero la cadena de suministro necesita personas resolutivas y pragmáticas que solucionen problemas, y con esta ‘actitud creativa’ siempre saldrán adelante.
Esto es lo que tratamos de transmitir y demostrar a nuestros clientes todos los días.