Cabe resaltar con estos datos la dramática situación que viven los productores de cítricos, amenazados por las concesiones comerciales a países terceros, donde productos como la naranja o la clementina, no llegan a percibir ni el 15 % en origen, lo que hace que muchos agricultores abandonen la actividad campaña tras campaña.
LA UNIÓ señala también que el efecto negativo sobre los productores que tiene el desequilibrio de fuerzas de la cadena alimentaria en perjuicio del eslabón más débil, el productor, se ve, además, agravado por cuestiones internacionales políticas que utilizan como moneda de cambio a la agricultura y la ganadería, como la imposición de los aranceles por parte de Estados Unidos como represalia por el caso de Airbus, el acuerdo UE – Mercosur o con otros países terceros como Sudáfrica o el Magreb (Marruecos o Túnez, entre otros).
En cuanto a la cifra de gasto en alimentación en el hogar a nivel estatal, la media per cápita se encuentra en 140 euros mensuales, un 11 % respecto al gasto total y un poco por debajo de la media europea (UE 28), que se sitúa alrededor del 18 %.
LA UNIÓ valora estos datos ya que considera que esto significa que nuestra agroalimentación, partiendo desde el campo, ha logrado ser un aporte valioso a la economía, con un 8 % del PIB, así como garantizar seguridad alimentaria, diversificar la cesta de la compra, cumplir con los más altos estándares ambientales y éticos, mientras se mantienen los precios al consumidor a un nivel asequible “y eso es, en buena medida, gracias al trabajo de los agricultores y ganaderos”.
La organización recuerda también la importancia de las Denominaciones de Origen e Indicaciones Geográficas y el cada vez mayor número de hectáreas de producción ecológica, lo que nos sitúa en los primeros puestos de Europa en calidad y producción sostenible.
En este sentido, destacan desde la organización, “podemos sentirnos unos privilegiados frente a los 820 millones de personas en el mundo que carecen de una alimentación básica”. La organización considera que proteger este modelo para los ciudadanos europeos “debería ser argumento más que suficiente para que nuestros políticos cuidasen un poco más nuestra agricultura y ganadería”. No obstante, recuerda también que los dos primeros objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas para 2030 son acabar con la pobreza y con el hambre. “Además de la solidaridad y de la ayuda al desarrollo, la mayor contribución que puede hacer la Unión Europea es no fomentar con sus políticas la especulación con la alimentación y la explotación de las personas y de las tierras en ningún lugar del planeta”.