Ambas organizaciones indicaron en un comunicado conjunto que «este cambio de rumbo será muy beneficioso para la ciudadanía y, en especial, para las zonas rurales», y destacaron que la energía solar fotovoltaica «presenta numerosas oportunidades para ser una fuente de generación accesible y social, por ser una tecnología de carácter modular, adaptable para ser desarrollada de forma colaborativa, y con costes de inversión cada vez más bajos». «Esto permite la generación a más pequeña escala, con inversión de personas individuales, grupos o pequeñas y medianas empresas que generan y reparten los beneficios a nivel local», añadieron.
En la misma línea, apuntaron que las aplicaciones de la fotovoltaica a nivel agrario «son numerosas», resaltando entre ellas su empleo para iluminación, cercas eléctricas, motores, ventiladores, bombeo de agua, regadío o recarga de baterías. «Estas instalaciones permiten una disminución de los costes energéticos de las explotaciones, un mayor control y seguimiento de los consumos propios, se producen menos pérdidas de red y reducen la dependencia energética de fuentes contaminantes, ayudando a conseguir los objetivos de reducción de emisiones», indicaron sobre este punto.
Además, COAG y Anpier consideran que, aunque el autoconsumo «es una inversión cada vez más rentable y con mayores perspectivas de futuro, no hay que olvidar que no sólo es importante eliminar las trabas al autoconsumo, sino que la sociedad requiere seguridad jurídica y un apoyo decidido por parte de las instituciones públicas en el fomento de la producción de energías renovables por parte de la ciudadanía, de forma colectiva, a pequeña o gran escala y, en especial, en las zonas rurales por su capacidad para mantener población y generar empleo y riqueza».
Fuente: EL Economista