La mortandad sigue siendo el tema recurrente tras la finalizada campaña de fresa, porque, a pesar de la influencia de la climatología, la calidad del material genético comercializado por los obtentores no es satisfactoria. Desde Viveros Carbonero apuntan a que hay variedades que alcanzan entre un 15% y un 20% de mortandad. “Los obtentores deberían ayudar y formar al resto de la cadena en el manejo, para que las variedades tuvieran un mayor recorrido”, apunta Tomás Román Yagüe, gerente de la empresa, quien añade que “los costes provocados por la alta mortandad deberían asumirse a partes iguales entre el vivero y el cliente, ya que la demanda cada vez es más temprana y esto obliga a arrancar la planta sin tener las óptimas condiciones de madurez, multiplicando el riesgo de mortandad”.
Como explica Tomás, la madurez de la planta es clave y sobre ella tiene una incidencia directa el cambio climático, con el que las horas de frío que necesita en vivero se van reduciendo en los últimos años.
En esta línea, el sector viverista exige a los obtentores la necesidad de desarrollar nuevas variedades con un alto nivel de resistencia, elevada calidad del material genético con mayor sanidad vegetal, cambios que desde Viveros Carbonero aprecian que son muy lentos en los proyectos actuales de los obtentores, quienes “están empezando a incorporar en sus programas de mejora mayor nivel de resistencia; en los campos de ensayos hay opciones interesantes, pero claro, se necesita más tiempo para poder hacer cambios importantes”, declara.
Y aunque la oferta de variedades que hay en el mercado es muy amplia, las empresas tienen que plantarlas con la certeza de que tendrán un buen desarrollo vegetativo, lo que requiere mayor implicación de los obtentores en el cultivo en vivero: “Con los altos costes de producción que supone cultivar una hectárea, es insostenible producir variedades o superficies que después no se puedan comercializar”, afirman desde la compañía. Asimismo, la política de empresa de Viveros Carbonero y de muchos otros viveros del sector es la de trabajar bajo pedidos o contratos firmes, asumiendo siempre un mínimo porcentaje de oscilación en cantidad o variedad.
A estos riesgos propios del sector hay que añadir la actual crisis sanitaria, lo que incrementa la incertidumbre en una campaña donde la escasez de trabajadores por las restricciones de movilidad entre países va a agravar la situación: “el 99% de los jornaleros son extranjeros que repiten desde hace varias campañas, y ellos también están preocupados de si van a poder salir de sus países para la próxima campaña”, declara Tomás Román, quien reitera: “sin la certeza de contar con los trabajadores a estas fechas la campaña se ve muy complicada”.
Esta situación es muy diferente comparada con la del año pasado “en el que tuvimos una buena campaña, prueba de ello es que hemos seguido con las mismas hectáreas sembradas y hemos añadido alguna nueva variedad demandada por nuestros clientes”.
Por lo tanto, el mejor proyecto que valoran para este año por parte de Viveros Carbonero es conseguir llevar al cabo una campaña tan preocupante y intentar mantenerse en ser uno de los viveros referentes en el sector, “son tiempos complicados provocados por la pandemia y con los problemas que venía arrastrando el sector, es un negocio donde estamos en manos de la climatología y dependiendo de los trabajadores, todavía no hay máquinas que puedan sustituir 100% el trabajo de ellos, y sin mano de obra no hay planta de fresa”, concluye.