Las sandía sin semillas reduce el consumo de melón
En Mercabarna, en 2009, se vendieron 46.846 toneladas de melón; en el 2018, 35.219 toneladas; ello frente a un crecimiento de la sandía desde 2013, de 25.871 toneladas a 35.655.
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Dos de las frutas veraniegas por excelencia, el melón y la sandía, disputan desde hace menos de una década su particular batalla por el dominio de los postres y meriendas estivales. De hecho, en este juego de tronos frutícola, la propia sandía disputa una guerra fratricida contra ella misma, entre la sandía con semillas y la sandía sin pepitas.
El melón se sigue encontrando sin problemas en las fruterías –incluso hay más variedades que la tradicional piel de sapo– pero no pasa lo mismo con la sandía con pepitas, que casi ha desaparecido de los comercios.
No es una mera constatación que uno mismo puede hacer en el establecimiento en el que tenga la costumbre de abastecerse, así lo indican también los datos.
Híbrido
No se trata de un cultivo transgénico, sino que se consigue por hibridación
En el 2018, en Mercabarna, se comercializaron un total de 26.868 toneladas de sandía sin pepitas por sólo 9.787 toneladas de la variedad con semillas. En total 35.655 toneladas de sandía, contra un total de 35.219 de melón –sumando todas la variedades– de las que la variedad piel de sapo ,con 23.871 toneladas.
Así pues, la sandía y en particular la que llega limpia de semillas no sólo está ganando a su homóloga con las características semillas negras, sino también al melón del que no existe una variedad sin pepitas.
En el 2013, las cosas eran muy distintas, y en Mercabarna entraron 39.259 toneladas de melón por 25.871 de sandía. Y en 2009, en el mercado central de abastos de Barcelona se vendieron 46.846 toneladas de melones, lo que indica que en 10 años esta cucurbitácea ha perdido casi 10.000 toneladas de cuota de mercado.
Y puede que la clave esté, precisamente en las semillas.
Diez mil toneladas menos
En Mercabarna, en el 2009, se vendieron 46.846 toneladas de melón; en el 2018, 35.219
De todas formas, ni melones ni sandías están entre las frutas más consumidas en España, de las que conjuntamente cada español come 15,4 kg al año –según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación– lejos de los 25,4 kg de cítricos, y cerca de los 17,7 kg de frutas exóticas.
Para los alarmistas, en primer lugar, hay que dejar claro que la sandía sin semillas no es un transgénico, sino que se trata de un híbrido.
Tampoco se trata de una variedad reciente, y aunque en España apareció no hace tantos años, la primera se creó –como decíamos– por hibridación en Japón, en 1939.
Este procedimiento consiste en cruzar dos plantas cuyo juego de cromosomas es incompatible. Para obtener una sandía sin pepitas se cruza el polen masculino de una sandia diploide con la flor femenina de una sandía tetraploide, y el resultado es que se consigue desarrollar una sandía triploide sin fertilización, que por tanto es estéril, y consecuentemente sin semillas. Salvando las distancias, es algo parecido a lo que sucede cuando una yegua es cruzada con un burro para obtener una mula.
Una cuestión práctica
Las pepitas del melón son más fáciles de quitar y ya existen tipos que tienen pocas
Además de no tener semillas, las variedades híbridas de sandías son más dulces. Aquello de que uno no sabe si el melón será un manjar o algo más parecido a un pepino –que también es una cucurbitácea–, no sucede con las sandías sin semillas, que siempre –mientras se cosechen en el momento oportuno– tienen el nivel de dulzor que el mercado pide. Y es que preferimos la fruta dulce, sobre todo los niños, que son los principales consumidores de esta fruta.
La desaparición de las pepitas ha hecho que muchos padres opten por dársela a sus hijos, por la misma razón que les dan plátanos: ambas frutas son fáciles de comer.
Y han sido precisamente la gran aceptación entre los niños, lo que explica gran parte del éxito de la sandía sin pepitas en los últimos años. De hecho, se puede afirmar que ya hay generaciones que no conocen otro tipo de sandía que la que no tiene semillas.
Ahora bien, la pregunta que cabe hacerse es que si el éxito de la sandía sin pepitas le ha llevado a desbancar al melón como fruta veraniega, ¿por qué no existen variedades de melón sin semillas?
Desde el IRTA, Albert Gurri, explica que sí que existen melones híbridos , y de hecho hay más de 20 variedades –mientras que de sandía sólo existen tres–, pero ninguna sin pepitas.
“Somos los consumidores los que marcamos las tendencias y no nos gusta encontrar pepitas entre la pulpa de las sandías. Principalmente, porque es una fruta muy consumida por los niños, mientras que el perfil del consumidor de melón es de mayor edad y además, por su disposición, las semillas del melón son más fáciles de quitar”, explica Gurri.
Es decir, desde un punto de vista científico, sería perfectamente posible crear un melón que no tuviera semillas, y de hecho existen variedades “como la cantaloupe, que tiene menos”, dice Gurri. Lo que sucede es que las empresas no ven “un impedimento, pero tampoco una mejora sustancial en el hecho de crear melones diploides-triploides sin semillas”, sobre todo cuando “la tendencia es que consumimos más sandía que melón” y por tanto comercialmente no tiene mucho sentido, ya que a la gente que come melón las quita y listos.
Por otro lado, la sandía ha dejado de ser una fruta exclusivamente veraniega. Tradicionalmente la sandia florece en mayo y tras 40 días de maduración se puede empezar a recolectar, lo que convierte a los meses de junio, julio y agosto los óptimos para su consumo.
Pero a nadie escapa que desde hace unos años, ya en los meses de marzo abril y mayo se empiezan a encontrar sandías en las fruterías. Las más tempranas son fruto de la importación de países como Marruecos, Senegal, Panamá o Costa Rica.
Las primeras sandías cultivadas en España que salen a la venta son las que se producen en los invernaderos de El Ejido (Almería), y posteriormente las que crecen al aire libre en Murcia. Almería y Murcia son las dos zonas, donde se concentra la mayor parte del cultivo de sandía en España.
Sea como sea, la variedad de sandía con esas semillas negras que algunos aún recordamos de nuestros veranos prácticamente se ha dejado de comercializar. Pero eso no quiere decir que se haya dejado de cultivar, porque siguen siendo necesarias para polinizar a las sandías sin pepitas.
Fuente: La Vanguardia
Yo creia que era un proceso en el cultivo.