El principio de igualdad entre hombres y mujeres tiene una asignatura pendiente en las empresas y más concretamente en el «techo de cristal» a la hora de acceder a puestos directivos y participar en consejos de administración.
A finales del año pasado la Comisión Europea aprobó elaborar una directiva que fije como objetivo que las empresas cuenten con cuotas femeninas del 40% para el 1 de enero de 2020 (fecha que se adelantará al 1 de enero de 2018 en el caso de las empresas públicas).
En España sabemos que las grandes empresas apenas cuentan con mujeres en sus consejos de administración y con pocas en los cargos directivos. Pero en el sector agroalimentario y más especialmente entre las cooperativas, muchas de ellas con mujeres empleadas o titulares de las explotaciones agrarias que proveen de los productos comercializados, el esfuerzo deberá ser muy importante para que la igualdad a la hora de «tocar poder» sea una realidad.
Los datos están ahí. Según las conclusiones del Proyecto Integra, desarrollado por Cooperativas Agro-alimentarias y en Andalucía por su organización regional, Faeca, la participación de las mujeres en los consejos rectores (los máximos órganos de representación) de las cooperativas españolas de primer grado es de sólo el 3,8%, y aún menor en las cooperativas de segundo grado, apenas el 2,2%. Unos porcentajes similares son los que arroja el estudio sobre las cooperativas andaluzas.
Respecto a la presencia de mujeres en los órganos de representación y decisión, además de que su participación es muy reducida en los consejos rectores, apenas existen mujeres en puestos de Presidencia y Vicepresidencia. Sin embargo, las mujeres que pertenecen a consejos rectores poseen edades medias inferiores y mayores niveles formativos.
Otro dato también llamativo es que sólo la cuarta parte de los asociados en cooperativas agroalimentarias son mujeres y las que cuentan con mayor presencia femenina corresponden al sector lácteo y al vinícola. Tan sólo el 20% de las cooperativas ofrecen medidas de conciliación. Un dato que, sin embargo, contrasta con la casi paridad de empleados en estas cooperativas, con una ligera ventaja en el número de mujeres respecto a los hombres. Cooperativas Agro-alimentarias viene desarrollando el proyecto Integra Mujeres en las cooperativas y liderazgo empresarial, en colaboración con el Ministerio de Agricultura y el Feader, con el objetivo de potenciar la igualdad en el seno de las cooperativas españolas, haciendo más visible la participación de las mujeres en este tipo de empresas del medio rural, y apoyando, al mismo tiempo, que las mujeres formen parte de los órganos de decisión.
En el origen de la situación se apunta la configuración estructural de las explotaciones agrícolas de España, donde tan sólo en el 30,5% de ellas la mujer es la titular de explotación y por lo tanto, en la teoría, asume la responsabilidad y toma las principales decisiones. Los estudios realizados sobre la mujer en el sector agrario lo ponen de manifiesto. No obstante, la realidad demuestra que, por diversas razones, no siempre la titularidad de estas mujeres implica un contacto con la explotación y de hecho, en muchas ocasiones, delegan en los varones ese espacio de actuación.
Cabe subrayar, también, que según se incrementa la cifra de negocio, disminuye el porcentaje de mujeres socias de las cooperativas. Esta circunstancia también se explica por la estructura de las explotaciones en España. Según el último censo agrario 2009, a medida que aumenta la dimensión económica de la explotación, disminuye de manera proporcional el porcentaje de mujeres titulares. De todas las mujeres titulares el 78% tienen en sus manos explotaciones de hasta 15.000 euros anuales de rendimiento.
Alicia Langreo, autora junto a Isabel Benito del primer estudio sobre esta cuestión en 2005, llama la atención sobre el contraste de la gran presencia actual de las mujeres en los ayuntamientos, y por tanto en el poder político en el ámbito rural, y la escasa presencia en los consejos rectores de las cooperativas. «Parece que hay una línea infranqueable para las mujeres en lo que se refiere al terreno económico. Lo que alguien tendrá que exigir es que si las cooperativas son entidades que habitualmente reciben subvenciones y fondos públicos avancen en la incorporación de la mujer en los órganos representativos», afirma.
Langreo destaca que esa escasísima presencia de las mujeres en los consejos rectores de las cooperativas contrasta con la gran cantidad de ellas que ejercen de técnicos en esas entidades. «Habitualmente se encargan de cuestiones como los fitosanitarios, la sanidad animal. Son mujeres altamente cualificadas y que sus decisiones son seguidas por socios y consejeros. Algo que en alguna ocasión ha causado conflictos».
Añade también que en los pocos casos en que hay mujeres en los consejos rectores es a consecuencia de una iniciativa de la propia cooperativa que decide conscientemente esta apertura. «Si no, frecuentemente ni se plantean esa posibilidad», añade la experta. «Lo que resulta evidente es que allí donde hay presencia de mujeres en los órganos de representación normalmente se trata de cooperativas de productos que no son básicos, poco representativos del sector agrario en general. En cooperativas de aceite de oliva o de cereales no están», concluye.
Profesionales respetadas
Entre el número significativo de profesionales que trabaja como técnico en las cooperativas se encuentran algunas gerentes. Carmen Romera, hija y nieta de viticultores del Marco de Jerez, es enóloga, ingeniero agrícola y gerente a Aecovi, la Asociación de Cooperativas de Vinos de Jerez. Asegura que está en esto porque en cierto modo se lo debe a generaciones anteriores como su madre o su abuela que, en el medio rural, no tuvieron la opción de estudiar. Ella piensa que en los últimos años las mujeres han dado pasos importantes.
Destaca como ventaja que «en el mundo rural, si eres profesional se te respeta». Pero reconoce que el caso de Aecovi es excepcional. «De once compañeros, 7 somos mujeres. A mí me contrató un consejo rector formado sólo por hombres y donde yo era la única aspirante. El mundo del Jerez, tan clásico para algunas cosas, nunca me ha hecho sentir un atisbo de discriminación como mujer».
En cuanto a la participación de las mujeres asociadas en las asambleas de las cooperativas, la participación de las mujeres es inferior (13,9%) a su peso como socias (25,4%). Por otra parte, prácticamente no existen medidas de conciliación destinadas a los socios y socias. Solo el 20% de las cooperativas dispone de este tipo de medidas correctoras para las personas asociadas (reuniones y asambleas en horarios que faciliten la conciliación o programas de sustitución, principalmente), pero este porcentaje se reduce drásticamente al 11% cuando hablamos de cooperativas de segundo grado.
Las asambleas aún en muchos casos son consideradas espacios masculinos, en los que las mujeres no son bienvenidas (en ocasiones ni siquiera convocadas por carta) y cuya presencia y participación cuenta con alguna frecuencia de cierto reproche social. Cuando las mujeres acuden a las asambleas perciben que sus intervenciones no son valoradas positivamente y que son cuestionadas sus capacidades, lo que dificulta su participación activa en las mismas.
Los horarios de celebración de las asambleas son otra barrera detectada para la participación de las mujeres en las mismas, dada su asunción de las responsabilidades de cuidados familiares. Como consecuencia de estas barreras es frecuente que las socias realicen una delegación de su voto hacia sus maridos, hijos o hermanos.
A partir de esta situación la participación de las mujeres en los Consejos Rectores se encuentra en primer lugar el hecho de que no sean identificadas como posibles candidatas en el proceso de elaboración consensuada de la candidatura (que es la fórmula más utilizada en la mayoría de procesos electorales de las cooperativas ante las dificultades existentes para encontrar personas candidatas.
Un año de prueba
Tras analizar los datos recabados, dentro del Proyecto Integra se seleccionaron medidas para desarrollar en las cooperativas.
Dichas medidas se pusieron en marcha a mediados de 2012, como prueba piloto, en cuatro cooperativas seleccionadas, una de ellas en Andalucía: S.C.A. Costa de Huelva (Lucena del Puerto, Huelva), La Oturense (Asturias), Cooperativa Nuestra Señora de la Antigua y Santo Tomás (Villanueva de los Infantes, Ciudad Real) y Viticultores Martín Códax (Cambados, Pontevedra).
Todas las cooperativas «piloto» coinciden en afirmar que un sólo año de trabajo es insuficiente para obtener resultados en relación con el objetivo esencial de incrementar la participación de las mujeres en las Asambleas, y sobre todo en los Órganos de Gobierno. En la cooperativa Costa de Huelva (Coophuelva), orientada a la producción y comercialización de fresas y berries, decidieron ponerse manos a la obra. Tres socias de esta cooperativa manifestaron de inmediato su propósito de presentarse al siguiente proceso de renovación de cargos en el Consejo Rector, que tuvo lugar en 2013. En estos momento ya hay consejeras en el consejo rector. Es el caso de Mercedes Ruiz.
La acogida del Proyecto Integra en las cooperativas piloto se valora como muy buena, tanto por los socios como por las directivas, otras organizaciones del medio rural con las que se relacionan las cooperativas o administraciones locales. A partir de ahí , se elaborará una Guía práctica de medidas innovadoras para la incorporación de la igualdad en cooperativas, que se divulgará a todas las cooperativas interesadas.
Las cooperativas participantes afirman que se está consiguiendo, por ejemplo, que aumente el número de mujeres interesadas por su propia situación en las empresas, y también declaran que la participación en el Proyecto Integra está siendo aprovechada como vehículo de promoción de la propia cooperativa, dándoles la oportunidad de darse a conocer en otros ámbitos y, además, permitiendo a la cooperativa ser reconocida por ello.
Sobre todo se considera una iniciativa muy útil para hacer una «llamada de atención» sobre esta temática en el mundo cooperativo agroalimentario. Y se llega a otra conclusión: resulta fundamental una actitud favorable por parte de la presidencia de la cooperativa, así como la presencia de otras mujeres, que a buen seguro provocará un «efecto llamada» sobre otras socias, tanto para participar en las asambleas como para animarse a formar parte del consejo rector. El Almeria