El escritor y exministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Manuel Pimentel ha participado esta semana en la tercera edición de los “Encuentros BIA 3”. Una jornada organizada por la consultora de comunicación especializada en el sector agroalimentario BIA3 Consultores, cuyo éxito en ediciones anteriores ha posibilitado la celebración de esta nueva cita. “Encuentros BIA3” es un proyecto que busca reflexionar sobre aquellos temas o cuestiones que acaecen al agro y forman parte de la más candente actualidad, con el fin de dotar a los profesionales del sector de nuevas herramientas para enfrentarse a la complejidad de la situación que estamos viviendo. En esta ocasión, bajo el título de “La Venganza del Campo”, Pimentel ha abordado desde una perspectiva valiente y realista la coyuntura que atraviesa el sector agroalimentario en un contexto de inflación generalizada.
El exministro asegura que la venganza del campo ya ha llegado lo que encierra una verdad bíblica inexorable de la historia, ya que el abandono del campo; los principios antiproductivistas; el desprecio hacia la profesión y la falta de ayudas e inversiones tecnológicas y de capital, sólo pueden traer consigo una consecuencia: la escasez de alimento. Una venganza que se materializa en lineales vacíos y precios desmesurados. Precios han llegado para quedarse y cuya estabilización sólo será posible si la sociedad urbana empieza a tomar conciencia e incluir en su imaginario la importancia que reside en la producción de alimentos.
Pimentel asegura que es necesario que exista un debate político que nos permita generar una estrategia alimentaria que posibilite el abastecimiento del país. Una realidad cuya trascendencia debería ser similar a la de la autosuficiencia energética, y que del mismo modo precisa una estrategia que garantice la soberanía alimentaria. El sector agroalimentario no puede subsistir en una coyuntura en la que las medidas consisten en castigos, impuestos y limitaciones, sino que precisa de un giro, para que todo cobre sentido de nuevo.
Un ejemplo de la incoherencia reside en la guerra del agua y los trasvases, mientras que por un lado, existe un castigo social y mediático en la ejecución de las tuberías por su consideración antiecológica, por otro lado aceptamos la construcción de gasoductos, oleoductos o incluso un tubo de hidrógeno que atraviesa países, alabando las posibilidades que plantean el desarrollo de estos proyectos. ¿Por qué la existencia de tal controversia? Porque el campo sigue siendo castigado, de modo que sólo si dejamos de desarrollar políticas en contra del sector agroalimentario y asumimos lo fundamental de la producción agraria, el cambio será posible.
Una cuestión que nada tiene que ver con las medidas técnicas, sino que atañe a un universo político y sociocultural. Necesitamos volver a una sociedad que valore la producción de alimentos, ya que si la situación se mantiene en el tiempo nuestro castigo será su venganza: escasez y precios desmesurados.
El encuentro ha contado con el patrocinio de Proexport, Agrobank, AgriTech y la colaboración de Bodegas Castaño.