La subida de precios en el supermercado ya es inevitable
Las tendencias inflacionistas en el sector auguran que, ahora sí, la Gran Distribución trasladará el aumento de costes al consumidor final. El objetivo es ahora subir los precios lo menos posible, pero hay que subirlos.
Comparte
Justo hace un año, el sector de la distribución alimentaria arrancaba 2021 con una “guerra de precios” sobrevolando el ambiente, debido al castigo que los peores meses del COVID-19 había provocado en los bolsillos de los consumidores. Al volver del verano, la situación giró y la guerra se inició por no subirlos. En las últimas semanas, ya ha comenzado una batalla: la de subirlos lo menos posible. Pero subirlos, tal y como recoge Cinco Días.
Los supermercados ya admiten abiertamente la necesidad de incrementar los precios de venta en los lineales por la presión de costes que vienen sufriendo en los últimos meses y la necesidad de salvar los márgenes, ya habitualmente estrechos en este sector. Primero fue Dia, en palabras de su presidente Stephan Ducharme, el que avisó de “tendencias inflacionistas en el sector”.
La sensación es generalizada, empezando por los clientes y acabando en las empresas. “Un margen del 2% no da para muchas alegrías”, se reconoce desde uno de los operadores del sector. “Todos estamos intentando aguantar al máximo para no repercutir subidas o hacerlo en lo mínimo posible, pero de continuar la tendencia alcista será muy difícil aguantar”, se añade.
“Los proveedores están presentando incrementos de precios, que tratamos de minimizar al máximo”, apuntan desde otra importante cadena de distribución. Entre las empresas del sector se miran de reojo para ser muy selectivos con los movimientos. “Solo se están ajustando los precios si lo hace el resto del mercado”, apuntan esas fuentes.
La situación alcanza hasta a los referentes del concepto hard discount, es decir, de los precios bajos por sistema, Lidl y Aldi, quienes agitaron hace un año esa posible guerra de precios. Desde la primera, se indica que “estamos haciendo un gran esfuerzo de contención para que esta coyuntura tenga el menor impacto posible en el consumidor: trasladando esa subida lo menos y más tarde posible”.
“Lo menos posible”
Algo parecido se indica desde su rival. “El contexto global viene marcado por un fuerte aumento de los precios de las materias primas. La distribución no es ajena a esta tendencia que lleva a repercutir estos costes elevados en el precio final del producto. Aldi mantiene su compromiso con los precios bajos, ajustándolos a las circunstancias y tratando que la afectación para el cliente sea la menor posible”.
Desde que comenzó la espiral inflacionista generalizada, los precios de alimentos y bebidas no alcohólicas se han mantenido por debajo del IPC general, aunque también al alza. En octubre, los precios en este apartado crecían un 1,7% anual frente al 5,4% del índice general. En noviembre repuntaron hasta el 3,3% y el 5,5%, respectivamente. Y en diciembre, esta categoría alcanzaba el 5%. Según los datos del INE, el aceite de oliva escaló un 26,7% en diciembre; la carne de ovino un 21,8% y las pastas un 15,2%, entre las categorías que más han crecido.
Aunque, más allá de las materias primas, lo que más está castigando al sector es la energía. “Es lo que más nos afecta. Somos muy cautivos. Los electrointensivos pueden acompasar los ciclos de producción, pero nosotros no podemos apagar las cámaras. Y la dispersión de los puntos de venta hace más difícil negociar contratos estables”, dice una fuente del sector.
“Las subidas que se han hecho hasta la fecha están claramente ligadas a causas objetivas: carburantes, energía o materias primas importadas, como los cereales”, analiza Ignacio García Magarzo, director general de Asedas, patronal que representa al 70% de la superficie comercial del sector y a empresas como Mercadona, Dia o Lidl.
“La distribución está haciendo lo que siempre hace: tratar de subir los precios lo menos posible para no perder clientes. Y la competencia está permitiendo que los precios estén subiendo menos y más tarde de lo que indicarían la evolución de las materias primas y energía”, añade García Magarzo.
Cuánto se prolongue la situación, y cuánto lleguen a incrementarse los precios, lo dictará la situación general. Aunque las previsiones ya hablan de una situación de inflación elevada para todo el año.
Los consumidores ya toman medidas
Ahorro. Los consumidores son los primeros que notan cuándo se encarece la cesta de la compra. Y también los primeros en tomar medidas, dado que el factor precio siempre está entre los primeros en decantar las decisiones de compra. Según un estudio de NielsenIQ, el 61% de los consumidores percibe hoy un aumento en los costes de su compra habitual respecto a los niveles de seis meses. Y como solución, una habitual en este tipo de situaciones: buscar las promociones, elegir la referencia de menor precio o recurrir a la marca blanca. El mismo informe indica que, en las últimas semanas, estas han alcanzado una cuota de mercado del 40%, 0,8 puntos más que antes de la situación inflacionista.
Promociones. Otra vía son las promociones, aunque no siempre es oro todo lo que reluce. Una fuente autorizada del sector de la distribución alimentaria invita a sospechar de aquellas cadenas que sean intensivas en promociones pese a la situación actual. “Ser competitivo en precio es difícil, tienes que hacer muy bien las cosas. Y si no puedes, tienes que dar la sensación de ser barato. Es un atajo y tiene las alas muy cortas».