El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación en funciones, Luis Planas, anunciaba esta semana su intención de convocar la Mesa de seguimiento de la sequía para dar una respuesta “oportuna” y proporcionada a la situación ante la amenaza de la sequía; aunque el sector aún no ha recibido la fecha y hora de la reunión.
La situación pasa, según el último balance de Agroseguro de la superficie siniestrada por la sequía meteorológica, con datos a 24 de junio, por una extensión de 980.000 hectáreas de cultivos, la mayoría de ella de cereales castellanoleoneses.
Las Cooperativas Agro-alimentarias y las organizaciones Asaja, COAG y UPA coinciden en que la situación ya es preocupante tanto para la agricultura como la ganadería, y algunas incluso hablan ya de importantes pérdidas y piden una bajada de módulos agrarios para el próximo IRPF.
Los primeros cálculos de Cooperativas -tras un invierno y primavera “excesivamente secos y cálidos”- anuncian una cosecha de cereales para este verano de 17,94 millones de toneladas, un 15,46 % menos respecto a la media de los últimos 3 años e inferior en 25,5 % en comparación con la extraordinaria de 2018.
Los últimos avances de producciones del Ministerio (a 30 de abril) prevén una cosecha 2019 de cereal otoño-invierno en 15,75 millones (-19,5 %), pese a que la superficie plantada es similar a la de 2018; el mayor retroceso se espera en avena (-33 %), trigo duro (-30,7 %) y cebada seis carreras (-26,7 %).
Pero la sequía no solo afecta a la agricultura española: según el vicepresidente nacional de Asaja y presidente del Grupo de Trabajo de Oleoginosas y Proteaginosas del COPA-Cogeca, Pedro Gallardo, la reducción de oleaginosa comunitaria bajará un 4,1% este año, principalmente por la caída en girasol.
Desde UPA han apuntado que “un tercio de la cosecha de cereal se ha perdido, la ganadería extensiva afronta graves dificultades por el sobrecoste en alimentación para el ganado y el transporte de agua ya que las fuentes de agua naturales están secas”.
Pero mientras que la suerte ya está echada para los herbáceos, otros cultivos predominantemente de secano como el olivar y el viñedo, que en 2018 consiguieron cosechas récord, están a expensas de que no se cumplan las previsiones estivales de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y llueva en las zonas de producción y se supere la amenaza de la sequía.
El 65% de la superficie de olivar de España es de secano y el resto solo cuenta con regadío de apoyo, según ha explicado el secretario provincial de COAG en Jaén, Juan Luis Ávila.
En Jaén, desde que comenzó el presente año hidrológico en octubre, tan solo han llovido 270 litros por metro cuadrado, por debajo de la media de 550 o 600 litros de los últimos años, y ya se puede hablar de “estrés hídrico”, de acuerdo a sus datos.
Esta circunstancia, junto a la vecería del olivo (alternancia de mayores y menores volúmenes de campaña), hacen que las previsiones de producción 2019 sean a día de hoy “media-baja” y cada día que pasa sin llover, “más cerca de baja que de media-baja”, ha indicado.
Los efectos de la escasez de precipitaciones ya se nota en el viñedo de la zona centro y oeste, sobre todo en el de Castilla-La Mancha y Extremadura, donde los terrenos están acostumbrados a que llueva más, según Joaquín Vizcaíno, responsable de la sectorial del vino de COAG.
“Tras la floración de la uva, las plantas no han crecido mucho por el calor y están cortas, así que depende mucho del verano que haga; porque si seguimos a 40 grados y no llueve, la producción puede caer bastante”, ha apuntado tras estimar una vendimia en 43 millones de hectolitros, frente a los 50 millones de 2018.
Las situación meteorológica y la amenaza de la sequía, ha añadido, puede traducirse además en el adelanto de las campañas de viñedo y almendra, y la falta de agua embalsada para frutas y hortalizas de las provincias mediterráneas.
En la Comunidad Valenciana, el presidente de AVA-Asaja, Cristóbal Aguado, alerta de que la ola de calor se está produciendo en pleno cuajado de clementinas y asegura que la “irregularidad” es la nota predominante en esta campaña de cítricos por los sucesivos episodios de calor, lluvias, pedrisco, viento y, de nuevo, altas temperaturas.
Sus previsiones actuales sitúan la campaña citrícola 2019/20 en niveles cercanos a los de 2017, lo que supone un millón de toneladas menos que en 2018, que fue un año de abundante cosecha y precios muy bajos.
(Fuente: Angélica Quintana / Efeagro)