«La pasión turca amarilla»

En los 90 el limón turco era un gran desconocido en los mercados internacionales y su producción se destinaba de manera exclusiva al mercado local, que por cierto es un gran amante de este condimento, con tasas de consumo per cápita que seguramente serán las más altas del mundo. No hay comida en Turquía donde no este presente el limón siendo un ingrediente imprescindible en su gastronomía.

20 años más tarde Turquía se ha convertido en una potencia productora de limón con unos números que realmente asustan un poco: 48.000 hectáreas, 16 millones de limoneros y una cosecha para esta campaña de 1.400.000 toneladas. Unos datos muy similares a los de España, con la única diferencia que allí no hay (de momento) industria de procesado gracias al fortísimo consumo local de sus 85 millones de habitantes.

Así a primera vista parece que España y Turquía estamos a la par, pero nada más lejos de la realidad. Al menos hoy por hoy hay diferencias muy significativas: España es la referencia por calidad y seguridad alimentaria para los clientes (al menos de la Europa Occidental). Pero mucha atención, Turquía nos pisa los talones, en 5 años la transformación y mejora puede ser impresionante y la pasión turca puede convertirse en pesadilla turca. Nuestra condición de líderes del mercado nos obliga a marcar el paso, a identificar el valor añadido del limón español y europeo. No estamos solos ni lo vamos a estar. La competencia debe servirnos para estimularnos, pero sobre todo debemos ser capaces de comunicar a los clientes qué hay detrás de cada limón español. Los expertos en marketing lo llaman storytelling. Otros simplemente lo llaman vender, poner en valor el trabajo de miles de personas que ponen su pasión, esta vez pasión y furia española en cada limón amarillo que producimos, exportamos o procesamos.