La velada, que colgó el cartel de completo en el salón de exposiciones de la localidad, contó con una presentación previa que hizo a sus invitados remontarse 50 años atrás, en la Francia de los inicios del Concorde y de Airbus, fecha en la que se dieron los primeros pasos de la constitución de esta compañía. El desarrollo de las plantaciones frutícolas en el sudoeste francés fue fruto de la necesidad de alimentos tras la segunda guerra mundial; el crecimiento de la agricultura en los valles del Garona y del Tarn fue exponencial y las manzanas no dejaron de aumentar hasta los años 70, cuando el consumo en Europa dejó de crecer y la agrupación de cooperativas, Blue Whale, tuvo buscar destinos fuera del continente, fiel al concepto de su marca. La ballena simboliza un gran barco repleto de frutas y el color azul refiere al horizonte; desde el origen, “nuestros fruticultores tenían el mundo como horizonte”. Así, hoy por hoy el grupo está formado por 11 cooperativas que exportan a más de 80 países.
El presidente, Christophe Belloc, heredero de este proyecto de manos de su padre, fue el encargado de inaugurar un emotivo evento que quiso reconocer la labor de todos los que habían contribuido a conformar la historia de Blue Whale. Pero sobre todo quiso dejar claro que las perspectivas de futuro apuntaban aún más alto, con un objetivo de duplicar la producción en diez años, tomando por bandera la innovación en variedades, con un nuevo logotipo que presentaron en el evento y con el objetivo de posicionarse como fuerza impulsora en la producción de manzanas ecológicas y ecorresponsables.
El grupo en 2019. Cifras clave:
– 5.500 hectáreas de árboles frutales.
– 270.000 toneladas de producción anual de manzana (30% de la producción nacional).
– 400 clientes.
– 19 variedades de manzanas.
– 11 cooperativas miembro.
– 300 agricultores franceses.
– 80 países de exportación.
– 275 millones de euros de facturación.
– 30 centrales de procesado y almacenamiento.
– Suroeste, Valle del Loira, Provenza y Alpes.
Alain Vialaret, el director general del grupo, quiso poner el acento en los momentos de crisis que tuvo el grupo en los años 90 y que sin embargo significó más tarde un refuerzo de su estrategia de negocio que le ha llevado a alcanzar lo que es hoy día la compañía. Esto fue la helada en Francia acabó con el 90% de la cosecha de manzana y los posteriores años de sobreproducción que obligaron a redefinir su estructura. El cliente como máxima prioridad, una política de reducción de costes y modernización del cultivo y las centrales fueron algunas medidas. Desde entonces, el crecimiento fue continuado hasta hoy. Su estrategia de comunicación también fortaleció la marca, con presencia en ferias que le permitieron ampliar mercados que le obligaron a buscar nuevos socios productores.
En la actualidad, más de 19 variedades de manzana conforman el abanico de productos, además de kiwi, con el que tiene un acuerdo con Zespri, y ciruela, pera y uva. Stéphanie Carminati, responsable comercial para España y Portugal, afirma que la Fuji, la más dulce, es la que el grupo más vende en España, del total de 22.000 tn que se comercializan en estos países. “En el norte Blue Reine,” puntualiza. Una de sus clientes, Ana Grimaldo, de Grupo Fernández, de Barcelona, lleva más de 15 años distribuyendo el producto de Blue Whale a los mayoristas en España y afirma que la manzana representa su cuarto producto en importancia de sus más de 100 referencias.
Según Vialaret, “el pragmatismo, la simplicidad, una marca fuerte, la innovación, la estrategia clara y realista, la gestión de costes y la tecnicidad” fueron los elementos clave del éxito de Blue Whale. Y por supuesto, su equipo, del que mencionó a varios profesionales que han tenido un papel fundamental como su director comercial, Marc Peyres, o su responsable de comunicación, Dina Abella. El reconocimiento también fue para uno de sus clientes más antiguos y fieles de fuera del continente, procedente de Dubai, Farzana, al que entregaron una placa conmemorativa.
La presentación finalizó con la entrada en el escenario de una gran tarta de manzana con bengalas encendidas que dio paso posteriormente a un cocktail para todos los invitados en el que, por supuesto, no faltó la manzana.