Pandemia
El año 2020 supuso un cambio radical en la relación proveedor-distribución en la cadena agroalimentaria española y mundial. Asegurar el abastecimiento durante meses de confinamiento y escasez de mano de obra provocó que todas las partes cediesen y acordasen fórmulas de suministro que evitasen el colapso. Y funcionó.
España pudo presumir de una cadena bien engrasada y flexible ante cualquier turbulencia. Esto trajo una mayor comunicación entre las partes interesadas, el modelo de compra apostó por una continuidad en el tiempo que priorizase el abastecimiento y una calidad constante. Por su parte, las empresas proveedoras pudieron planificar mejor las siguientes campañas, gracias a programas que apostaban por la seguridad y una menor ‘subasta’.
No olvidemos que veníamos de un año de muchas manifestaciones del campo, para defender unos precios justos para los productores y agricultores.
Energía y materias primas
Así en 2021, se culmina la Ley de la Cadena Agroalimentaria, con el fin de evitar las ventas a pérdidas y defender el trabajo del eslabon más débil, el origen. Aunque con muchas mejoras, esta ley ha permitido estabilizar y mejorar los precios que percibían los agricultores de una distribución que en algunos casos provocaba la pérdida de los productores.
Ya en 2021 comienzan a recibirse señales de que el mercado estaba desequilibrándose y sufriendo alteraciones. Una escalada de los precios de las materias primas azotó a todo Occidente desde países fabricantes de Asia. Ello, unido al aumento del coste de la energía, debido a la invasión de Rusia a Ucrania desemboca en el récord de subida del IPC (10,8% julio 2022). Como resultado de ello, se produjo una reducción drástica en el consumo de frutas y hortalizas a niveles de 2019, a pesar de que la pandemia trajo consigo el mayor nivel de consumo histórico.
Inflación y precio
Ante esto, el Gobierno de España tomó la medida a inicios de 2023 de reducir el IVA de determinados alimentos, entre los que se encuentran las frutas y hortalizas. A pesar de ello, los precios no han disminuido en la proporción que debieran frente a la subida.
A la hora de paliar los efectos de la inflación en la cesta de la compra, el sector de la distribución tiene un papel determinante. Recordemos que las cinco primeras empresas de esta actividad concentran casi el 50% del negocio en España. Por lo que su capacidad de influencia es evidente y, aunque el sector reconoce una subida de los precios, señala que siempre ha sido inferior a la de la subida de los costes que han padecido. Desde ASEDAS (Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados) se apuntaba recientemente que las empresas han realizado un esfuerzo enorme para contener los precios, incluso a costa de los beneficios.
En este contexto o tormenta perfecta, de la que venimos hablando desde 2020, donde las producciones son menores por la falta de agua y un clima más extremo, el respaldo y la colaboración resultan claves para la sostenibilidad de la cadena.
La tensión actual de la cadena provocada por estas circunstancias incrementa la presión en los productores, “muchos de ellos están al límite”, comentan determinadas empresas que apelan a la comunicación y confianza que se construyó durante el Covid, para que se comprenda y ayude al agricultor.
“La comercialización se ampara en la crisis y modifica la categoría de la fruta a su conveniencia”, denunciaba el responsable de COAG Málaga, Antonio Rodríguez, quien ejemplificaba con el mango malagueño las diferencias de precios origen-consumidor.
La tensión actual en la cadena provoca presión en los productores, ‘muchos de ellos están al límite’
En la actualidad, se ha conformado un nuevo marco condicionado por la falta de producto. Se pudo comprobar en 2022 cómo la distribución británica, ante la escasez de producto a consecuencia del Brexit, tuvo que tomar una postura más proactiva. Cosechas con menor volumen, la falta de lluvias y la enésima ola de calor en lo que va de año, se ha convertido en el principal factor de riesgo sobre unos precios que están provocando que las cadenas de supermercados y distribuidores españoles y europeos tengan que buscar alternativas y cerrar planificaciones más específicas para evitar roturas y faltas de stock.
En definitiva, para los próximos meses, la distribución debe estrechar las relaciones con los productores para reducir la posible dependencia actual, que antes no existía, y que se ha generado por los menores volúmenes. Ello permitirá a los agricultores reforzar su posición ante un escenario de menor oferta.