“Un día están bien y, al siguiente, sorpresa, varios de los limoneros de la finca empiezan a amarillear. Siete o diez días después están completamente secos, insalvables. Es como una mancha de aceite que los va matando y se extiende sin aparente control”, manifiesta Eladio Aniorte, presidente de ASAJA Alicante y productor de cítricos en la Vega Baja de Alicante. Y no, no se trata de una mancha de aceite, como explica, se trata de los efectos de la DANA que asoló la comarca de la Vega Baja en septiembre de 2019 y las múltiples roturas de su cauce, que inundó huertos y campos, dejando muchos de ellos bajo el agua durante varios días. La magnitud de la catástrofe se aprecia ahora, cuando 365 días después, continuamos sufriendo sus efectos.
Los afectados son los limoneros de menos de cuatro años de toda la Vega, estimando los técnicos de nuestra organización, tras una inspección ocular sobre el terreno, una merma de cosecha que puede llegar al 30% y una afección a día de hoy del 20% de las parcelas de toda la comarca, algunas con el 80% de árboles dañados, otras, con el 20% o el 30%. La causa, asfixia radicular como consecuencia directa de la sobre inundación y estancamiento del agua que recibieron. “El problema es que la “rebarba”, que es la primera raíz del árbol, a través de la que se alimenta, se ha muerto. Esto ha aflorado ahora porque en invierno no transpiraban y aguantaban. El daño estaba enmascarado. Con la llegada del calor, cuando la raíz necesita transpirar y empezar a absorber agua y comida, se ha deshidratado y los árboles han comenzado a secarse en cascada”, explica Aniorte que alerta de que “casi el 100% de las plantaciones jóvenes están muriendo, en mayor o menor grado, pero todas están afectadas. El problema es que algunas serán inviables, pues van a morir el 80% de sus árboles. Solo se podrán recuperar aquellas en las que se sequen menos del 30% de los ejemplares”, señala Aniorte.
Marisol Fernández es una de las tantas agricultoras afectadas por esta consecuencia de la DANA un año después. En su finca de 10 hectáreas de limoneros situada en Rojales tiene, de momento, un 30% de árboles afectados, la mayoría en estado de amarilleo y algunos completamente secos. “El cabreo es que después de todo lo que hemos pasado con la DANA crees que te has medio repuesto. Un día tus árboles están bien y, de repente, te levantas y los ves que empiezan a amarillear para después quedarse en un esqueleto completamente seco. Un daño, tanto de pérdida de cosecha como de arbolado, que otra vez vamos a tener que asumir nosotros, el productor, porque esto no lo cubren ni los seguros ni las ayudas. Nadie se hace responsable de las consecuencias de esta gota fría y de las múltiples roturas del río debidas, en gran parte, a la falta de mantenimiento del cauce, y está claro que hay culpables”.
En un intento “in extremis” para intentar salvar algún árbol, el presidente de ASAJA Orihuela y productor de cítricos, José Vicente Andreu, afirma que en el momento en el que los árboles empiezan a amarillear hay alguna posibilidad de evitar que se sequen si se cortan bien todas las partes y ramas afectadas, aunque es una opción que no asegura su supervivencia. Aun así, como afirma Marisol Fernández, la decisión de cortar los árboles no es fácil porque un día están bien y al siguiente empiezan a mostrar síntomas. “Intentas aguantar lo máximo con la esperanza de que pueden recuperarse y cuando te armas de valor para cortarlos muchas veces es tarde. Tengo que empezar a cortar árboles y no se por donde empezar. Tiene que ser un día que me levante con fuerza y moral para hacerlo. Cortarlos para intentar salvarlos. Eso para un agricultor es como si le obligan a matar a un hijo a sabiendas que va a resucitar. Sabes que va a resucitar, pero ¿quién te da el valor para matarlo?”, lamenta esta empresaria agrícola de Rojales, que también denuncia que las ayudas aun no han llegado al agricultor y que, además, se han quedado muy cortas, porque ninguna de ellas contempla daños en arbolado, tampoco los seguros agrarios.
“Con todo esto, la producción del limón Verna en la Vega Baja va a sufrir una merma muy importante por los daños de la DANA y el principal temor es que sigan apareciendo cada día más árboles afectados, como está ocurriendo hasta ahora”, afirma José Vicente Andreu.