Los últimos datos publicados por la Consejería de Agricultura se corresponden con las estadísticas de 2020, año en el que se registraron un total de 853 hectáreas de cultivo de tubérculos, de las cuales unas 537 corresponden a patatas de media estación. Sin embargo, la superficie que abarcaba hace tres décadas La Rioja rondaba las 8.000. «Cada año se pierde más hectáreas porque es un cultivo que requiere de mucho circulante y mano de obra para la recolección, algo que escasea», apunta García.
Los contratos, a revisión
La reducción de patatas recogidas este año va a obligar a renegociar los contratos ya firmados con las industrias durante el mes de marzo, coincidiendo con la época de siembra. Por un lado, en cuanto al volumen, ya que las previsiones de cosecha no eran estas, y por otro, en cuanto al precio, para ajustarse a las circunstancias actuales. El mercado libre muestra cifras elevadas que se sitúan entre los 30 y los 42 céntimos el kilo de patata para el agricultor.
«Pero estos precios no compensan al productor porque la subida de los costes como el riego, la luz o el combustible es enorme. El año pasado se hicieron contratos a 15 céntimos el kilo de patatas y este año se firmaron a 17, pero se van a tener que revisar porque ni vamos a sacar la producción prevista entonces ni los precios de mercado son los mismos», asegura el gerente de la cooperativa riojalteña.
Un desajuste que se parecia en el resto de Europa, donde la sequía también ha sacudido considerablemente a la producción, más si cabe cuando allá no se suelen usar sistemas de riego. «Así que no hay otra opción que llegar a un acuerdo».