El cultivo de cebolla en León incorpora una nueva variedad este año y abre mercados en su segundo año de expansión. En una campaña en el que casi duplica su superficie, la mitad de la producción se ha contratado a precio cerrado, dejando el resto con un compromiso de compra, pero a los valores que marque el mercado, más rentable en este cultivo para el productor. Según señaló el técnico de Rajorsa e impulsor de la iniciativa, Jaime Rodríguez, desde 1994 solo en una campaña no han compensado al agricultor las cotizaciones de esta hortaliza.
La cebolla leonesa, que el año pasado tuvo como principal destino Arabia, ocupa 57 hectáreas frente a las 30 del año pasado. Las pruebas con este cultivo se realizaron en 4 hectáreas en la campaña de 2017 y, tras comprobarse su viabilidad, los agricultores, que trabajan por constituirse en asociación, han aumentado la producción vistos los buenos resultados del 2018, tanto en rendimientos por hectárea como por su calidad, que incrementa la capacidad de conservación del bulbo con respecto a la de la cebolla que se cultiva en otras zonas, lo que ha llamado la atención de los almacenistas.
También se aumenta el número de almacenes que adquirirán la producción de dos a tres —situados en las provincias de Valencia y Albacete— y, además de verderse en Arabia y en Europa, se destinará al mercado nacional. La variedad introducida este año no tiene el color dorado que exige el mercado arábigo, apuntó Rodríguez.
La siembra se ciñe a los valles de los ríos Tuerto, Duerna y Órbigo y, en concreto, a Villanueva de Jamuz, Requejo de la Vega, Soto de la Vega, Toral de Fondo, Santibáñez de la Isla, Riego de la Vega, Quitana de Fon, Destriana y San Román el Antiguo. El cultivo se ha desarrollado sin incidencias, excepto en la comarca de la Valduerna, por las complicaciones para regar de los pozos, retrasando algo el ciclo. Por otra parte, los productores no entienden que el agua del pantano de Villameca, que regula el río Tuerto, no se haya podido destinar antes de san Juan a cebolla y sí al trigo y la remolacha. En estos momentos, el cultivo ha finalizado el desarrollo de las hojas y ha comenzado a formar el bulbo. Destaca su menor consumo de agua con respecto a la patata o la remolacha —«en torno a un 50% menos», apuntó Jaime Rodríguez—, aunque precisa más frecuencia de riego que estas. «Todos los agricultores que sembraron cebolla el año pasado han aumentado la superficie ahora», lo que significa que la experiencia del año pasado resultó satisfactoria, si bien es cierto que un cultivo que se implanta por primera vez en una zona obtiene mejores rendimientos que en las zonas tradicionales de producción.
BUENA ROTACIÓN
El bulbo se configura como una alternativa de cultivo en terrenos de vega. Rodríguez, originario de Villarnera, en el Tuerto, destacó el buen comportamiento del trigo que se sembró en las parcelas destinadas el año pasado a la producción de cebolla. «Ha sido espectacular. Casi no se ha sido necesitado usar abonos y herbicidas. Con los tres o cuatro pases que dimos el año pasado para evitar las malas hierbas en la cebolla, las parcelas se han mantenido limpias este año», explicó el técnico.
Quienes participan en la experiencia han utilizado la sembradora adquirida el año pasado, que este año se ha utilizado, además, para la introducción de la zanahoria en 16 hectáreas de las citadas vegas.
Fuente: Diario de León