El sistema hortofrutícola en Andalucía ha percibido siempre las virosis como serias amenazas. A lo largo de treinta años, en los cultivos hortícolas protegidos en invernadero, han sido unas treinta especies de virus los que han causado pérdidas económicas, a veces muy importantes. Muchos de ellos están íntimamente ligados a insectos-plagas, de tal forma que hasta un tercio de los virus encontrados en estos cultivos son transmitidos por la mosca blanca, Bemisia tabaci. Esta mosca, de apenas un milímetro, puede infestar a más de 500 especies de plantas, y está altamente adaptada a las condiciones de cultivo de Andalucía. Puede reproducirse en todas las especies hortícolas cultivadas en los invernaderos andaluces, como el tomate, pimiento, pepino, melón o calabacín.
La mosca blanca trasmite virus que causan amarilleos en las hojas de tomate, pepino, melón y judía. También transmite el conocido “virus de la cuchara en tomate”. Sin embargo, han sido los estragos causados por otro virus, el de “las venas amarillas” en el año 2000, lo que motivó que todo el sector agrario, apoyado por la administración pública, inició lo que iba ser la Revolución Verde: el cambio gradual de depender de tratamientos químicos hasta usar exclusivamente el control biológico e integrado contra las plagas.
Este último mucho más sostenible y saludable, tanto para el consumidor como para el propio agricultor. La situación empezó a torcerse en el año 2013 con la aparición del “virus de Nueva Delhi” afectando sobre todo calabacín y melón. Este virus se transmite con enorme facilidad por la mosca blanca; afecta al desarrollo normal de la planta y dificulta la obtención de frutos comerciales. Un equipo de investigadores del Ifapa en su centro de La Mojonera, formado por los entomólogos María del Mar Téllez y Estefanía Rodríguez, y los virólogos Dirk Janssen y Almudena Simón, han encontrado una forma de control en cultivos de calabacín, tanto para el virus, como para su vector, la mosca blanca.
Los resultados de esta investigación han sido publicado en la revista “Biological Control” (Elsevier) (http://bit.ly/2fWLpqD), y se basan en la temprana instalación del ácaro Amblyseius swirskii en el semillero, previo al trasplante en invernadero. Actualmente, el control biológico en cultivos de calabacín no llega al 13%. La lucha puramente química no es capaz de erradicar la plaga ni la enfermedad, ya que se sabe que la mosca blanca puede hacerse resistente a tratamientos químicos.
Los resultados de investigación han sido obtenidos en el proyecto E-RTA2014-00020, financiado por el INIA (Instituto Nacional de Investigación Agraria) y coordinado por Dirk Janssen, donde se estudia la biología del virus de Nueva Delhi, particularidades de la transmisión por mosca blanca, y se desarrolla un control con variedades de hortícolas resistentes al virus. Ahora los últimos resultados de este proyecto abren el camino hacia un control biológico, y por tanto sostenible, de este temido virus y su vector. Después de haber entrado en España, el virus se ha visto en otros países mediterráneos como Italia y Túnez. Los nuevos desarrollos en el control biológico de la mosca blanca dan una esperanza para poder controlar no solamente el virus de Nueva Delhi, sino otras 150 especies de virus que son transmitidas mundialmente por el mismo insecto.
Fuente: VAlencia Fruits