El tomate, esencial en la dieta mediterránea y básica en la cocina española, es una de las hortalizas más consumidas y cultivadas del planeta (182 millones de toneladas anuales).
Sin embargo su gran demanda mundial ha hecho que los agricultores hayan priorizado aspectos como el tamaño y la producción en detrimento de características tan importantes como el sabor o la resistencia a las enfermedades.
El objetivo del estudio, realizado por investigadores de Estados Unidos, China, Israel y España, era conseguir toda la información genómica posible para ayudar a los agricultores a mejorar la producción sin descuidar aspectos como el sabor o la sostenibilidad.
Para ello, los investigadores han secuenciado el genoma de 725 variedades de tomates, lo que les ha servido para obtener un pan-genoma de esta hortaliza e identificar 4.873 nuevos genes desconocidos hasta ahora.
El estudio, publicado este lunes en «Nature Genetics», avanza que uno de los descubrimientos más importantes en la elaboración de este pan-genoma ha sido una variante rara del gen TomLoxC, esencial para el sabor de los tomates.
Los investigadores descubrieron una nueva función en este gen: facilita la producción de un grupo de apocaroteinoides, unas sustancias químicas orgánicas derivadas de los carotenoides, que influyen en varias respuestas en las plantas, incluido el estrés ambiental, y que determinan parte del olor y el color del tomate, dos aspectos importantes para el sabor del fruto.
El estudio también constató que esta variedad rara del gen TomLoxC sólo se encuentra en el dos por ciento de las variedades de tomate grandes cultivadas, pero está presente en el 91 por ciento de los tomates silvestres.
Para los investigadores está claro que desde los primeros cultivos de tomate, «se ejerció una fuerte presión de selección en contra de esta versión de TomLoxC», explica el biólogo molecular James Gionvannoni, del Laboratorio de Investigación de Plantas, Suelos y Nutrición de la Universidad de Cornell (Ithaca, Nueva York).
«Durante la domesticación y mejora del tomate, los agricultores se centraron en rasgos para aumentar la producción, y en el proceso se perdieron muchos genes implicados en otros rasgos importantes para la calidad y la tolerancia de la fruta», explica Zhangjun Fei, del Instituto Boyce Thompson (Nueva York).
Los autores creen que la amplia y novedosa información genética recopilada en el estudio permitirá a los agricultores trabajar más rápidamente para aumentar el sabor de los tomates de producción masiva que llegan a los mercados, y conservar las características que han convertido a esta hortaliza en un cultivo económicamente rentable.
A medida que se vayan determinando las funciones biológicas de estos casi 5.000 nuevos genes, se podrá mejorar el cultivo y la calidad de esta hortaliza, concluye el estudio.
Fuente: Agrodiario