Si ya el decreto del estado de alarma por parte del Gobierno el pasado 14 de marzo tuvo una incidencia directa en el sector hortofrutícola, su prórroga durante 15 días, hasta el 11 de abril, no iba a ser menos. Las comercializadoras, entre ellas Grupo La Caña, sufren más que nunca la volatilidad de los mercados, y eso les obliga a actuar en consecuencia. “La demanda está siendo algo más inestable de lo habitual”, afirman fuentes de la entidad, que insisten en que “estamos trabajando con nuestros clientes para hacer ajustes en las planificaciones, de modo que podamos atenderles con normalidad y dar salida a las producciones de nuestros agricultores, ya que el campo no para”.
Este importante trabajo de planificación incluye, además, la organización “casi a diario” con los agricultores para, de este modo, poder realizar estimaciones de las entradas. Asimismo, implica un control continuado de los distintos stocks para estar preparados en el corto y medio plazo. “Estamos en contacto diario también con nuestros proveedores de confianza para que nos informen de la situación en el suministro”.
Gracias a todas estas medidas, Grupo La Caña continúa abasteciendo a sus clientes con normalidad y, precisamente porque están centrando sus esfuerzos en garantizar el suministro, apelan a la tranquilidad y responsabilidad de los consumidores: “Las industrias alimentarias estamos trabajando para que no haya desabastecimiento en los lineales”, afirman. En este sentido, desde la entidad insisten en que “toda la cadena de producción, desde el agricultor en el campo hasta el reponedor en el supermercado, no ha cesado su actividad para que haya producto fresco con la rotación habitual que garantice su calidad”.
Extremando precauciones
En Grupo La Caña, “hemos seguido al pie de la letra las recomendaciones de las autoridades sanitarias, además de establecer nuestros propios protocolos de identificación de puntos críticos de riesgo y se han tomado medidas expresas”, afirman; todo ello en comunicación directa y continuada con trabajadores, agricultores, clientes y transportistas.
Y es que, en una crisis sanitaria como la actual, el sector agroalimentario cobra más importancia aún: primero, como garante de la alimentación y, en segundo lugar, como “sector productivo cuya actividad sigue tirando del carro de la economía”, concluyen.