Las empresas alimentarias siguen siendo vulnerables a determinados riesgos repentinos, como la volatilidad de los precios de los productos básicos y las posibles crisis de salud pública. “En un entorno empresarial tan difícil, la eficiencia y los bajos costos de producción son necesarios para mantener una ventaja competitiva, el crecimiento de las ventas y la mejora de los márgenes. Esto, junto con las economías de escala y el aumento del poder de negociación, parece lograrse mejor mediante la concentración”, asegura el informe de Crédito y Caución.
El sector de alimentación ha demostrado ser más resistente que otras industrias a la inestabilidad y los cambios de ciclo económico, por lo que se mantiene estable. No obstante, el informe refleja los profundos cambios globales que está viviendo el sector.
“Muchas empresas, principalmente menores, de producción y procesamiento de alimentos siguen bajo presión. El ambiente competitivo es feroz, y el poder de negociación de los principales minoristas y las tiendas de descuento ha estado creciendo, haciendo la vida cada vez más difícil para muchos de sus proveedores, cuyos márgenes han quedado estancados en niveles bajos o incluso disminuyendo”, explica el informe.
En España, donde el sector agroalimentario representa el 9% de la economía nacional y más del 15% de las exportaciones, la capacidad de financiación del sector ha mejorado. Las inversiones extranjeras han crecido a doble dígito, aunque se mantienen lejos de los máximos alcanzados en 2010. El sector está sometido a una intensa guerra de precios y estrechamiento de márgenes que coloca en una situación difícil a algunas empresas. La industria española sigue fragmentada, pero la consolidación está en curso, ya que las compañías deben ganar tamaño para ser más competitivas tanto en el país como en el extranjero.
Fuente: Financialfood.es