Las campañas de Murcia y Almería sufrirán un incremento en sus costes de producción
El incremento de los costes ha sido continuo especialmente desde el mes de marzo y será decisivo para la campaña de hortalizas, que comienza ahora, así como para las frutas. Por provincias, en Almería, el incremento medio de los insumos se ha estimado en torno al 5- 7% y en Murcia, el sector del brócoli apunta a un crecimiento del 25%.
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La escalada de costes afecta a todos y cada uno de los procesos productivos de las empresas hortofrutícolas, desde los insumos para el cultivo, como los fertilizantes, la energía, el agua, los plásticos y derivados para los envases, los materiales usados para la construcción y renovación de invernaderos, el transporte…
En Almería, se ha estimado que la subida de los costes de la pasada campaña fue de entre un 5% y 7% dependiendo del tipo de cultivo, según se explicó en la Asamblea de Coexphal, que tuvo lugar el 1 de octubre.
En Murcia, el sector del brócoli ha apuntado un crecimiento del 25% de los costes para esta campaña que comienza, con el agravante de que se no se sabe ni cómo ni cuándo va a terminar la escalada de precios, lo cual hace muy complicado establecer planes a largo plazo, según el presidente de la sectorial de brócoli coliflor de Proexport, Juan Manuel Ruiz.
Y las inversiones ya programadas se retrasan, según Ana Hernández, responsable de I+D+I en el Departamento de Producción del grupo Hortofrutícola Paloma. Los materiales usados para la construcción y renovación de invernaderos, principalmente el plástico y metales como el acero o el hierro han subido en su conjunto un 50% en lo que va de año, lo que lleva a un retraso o paralización de las reformas e inversiones previstas.
Al incremento generalizado de costes de los insumos que está afectando a la actividad productiva de gran parte de los sectores del país, incluido el hortofrutícola, hay que sumar el aumento de los costes laborales tras la nueva subida del Salario Mínimo Interprofesional desde el mes de septiembre, según FEPEX. Esto se traduce en costes de producción más elevados que difícilmente se pueden trasladar a los precios finales, dada la limitada capacidad de negociación de la generalidad del sector.