El margen de beneficio de los agricultores almerienses cae un 27%
Los ingresos percibidos en los principales cultivos han caído un 3% en la última década, si bien su mayor productividad ha logrado que se mantenga el coste unitario.
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Los agricultores almerienses vienen sufriendo en los últimos años los devastadores efectos de una alta distribución que cada campaña hace que los precios en origen que perciben sean cada vez más bajos, y al mismo tiempo los costes de producción derivados de unas exigencias que son cada vez mayores son más elevados. Todo eso unido a otros factores, como la competencia desleal o la falta de concentración que precipitan en un problema que es ya de carácter endémico y ha hecho que en los últimos meses se movilicen de manera recurrente para pedir soluciones.
En este sentido, la publicación de Almería en Verde, perteneciente a la asociación Coexphal, recoge un análisis de Juan Carlos Pérez Mesa, doctor en Economía de la Universidad de Almería, donde desglosa algunos factores preocupantes.
“Una mala interpretación de una subida coyuntural de ingresos puede desvirtuar la verdadera situación de rentabilidad a largo plazo a la que se enfrenta la producción hortícola bajo invernadero”, explica Pérez, quien avanza que los datos reflejan que los ingresos percibidos por el agricultor están por debajo de los existentes años atrás. La comparación de las medias 2002-2011 con las calculadas para 2011-2020 muestran que los precios ponderados en función de los principales cultivos han caído un 3%. El coste unitario total se mantiene estable gracias al aumento de la productividad de un 5%. “Como consecuencia, los márgenes (beneficio) de un agricultor estándar en invernadero caen un 27%. Este análisis de largo plazo pone de manifiesto que la sostenibilidad actual del agricultor está en entredicho”.
Los datos del balance de la última campaña 2019/20, cerrada en junio, suministrados por Coexphal presentaban un escenario estable donde los ingresos no mostraban variación, a pesar de un incremento de los precios medios del 2%, debido a la caída de la comercialización, en parte por el efecto COVID-19.
Al incluir el incremento del coste del 2%, fundamentalmente por la mano de obra, el beneficio del agricultor cayó en ese mismo porcentaje. Estos resultados están en consonancia con la situación de falta de desahogo del agricultor. Por otro lado, “los datos recientemente publicados por Cajamar deben también ser contextualizados. Aunque se contempla un incremento de los ingresos de un 5,2%, debe tenerse en cuenta el crecimiento del coste en un 3,1% (9% en el caso de coste de mano de obra), que no ha sido mayor por la contención coyuntural de la energía, los carburantes y otros productos derivados del petróleo, que sin duda volverán a subir en el medio plazo, previéndose una situación muy negativa en términos de coste para el agricultor”.
Aunque el trabajo realizado por Cajamar no calcula un resultado de ingresos menos costes para un invernadero estándar, si éste se llevase a cabo se observaría una situación muy similar a la estimada por otras fuentes.
“Es muy importante apuntar que los buenos datos de ingresos se debían en parte a la excelente campaña de primavera.Sin los elevados precios del melón y la sandía, la situación habría sido muy diferente. Es conocida la fuerte variabilidad de la campaña estival por lo que es atrevido tomar decisiones que incrementen de forma importante los costes sin garantizar una estabilidad de ingresos en el largo plazo”.
Fuente: Diario de Almería