La situación de crisis que durante años ha padecido la hoja –y aún no está totalmente superada- para José Carlos Gómez, director comercial de El Dulze Growers, hunde sus raíces en la falta de planificación de las distintas campañas: “La solución pasa por ajustar la oferta a la demanda”. Evidentemente, la programación de los cultivos no es la panacea, sobre todo en un sector donde la climatología resulta determinante, pero sí puede ayudar a afrontar mejor los momentos complicados.
En el caso de El Dulze sustentan su estrategia empresarial en un segundo pilar más allá de la planificación de cada ejercicio, codo con codo, con sus clientes: la marca. “Somos marquistas, lo hemos sido durante toda nuestra historia, y trabajaremos para seguir siéndolo”, afirma y añade que, a día de hoy, el 70% de sus productos llegan al mercado bajo su propio sello.
“El residuo cero se ha convertido para nosotros en una filosofía de trabajo»
Actualmente, trabajan 32 cultivos diferentes, entre los que destaca su producción de lechuga en prácticamente todos sus tipos, si bien continúan innovando para introducir novedades de la mano de las casas de semillas. Entre sus retos para la campaña en marcha está aumentar su superficie cultivada bajo protocolos de residuo cero. “Empezamos con un proyecto para contar con un pequeño volumen semanal y, al final, se ha convertido en una filosofía de trabajo”, explica Gómez, quien avanza que su objetivo en el corto y medio plazo es “que todos nuestros productos se cultiven bajo el sistema de residuo cero”.
Más sostenibles
Esta nueva filosofía casa a la perfección con su compromiso con la sostenibilidad. El Dulze utiliza control biológico contra las plagas en sus cultivos, hace uso de plantas reservorio en sus plantaciones que sirven de refugio a la fauna beneficiosa y, además, tiene en marcha una serie de proyectos para reducir el uso de plástico y derivados en sus confecciones.
Esta nueva filosofía casa a la perfección con su compromiso con la sostenibilidad. El Dulze utiliza control biológico contra las plagas en sus cultivos, hace uso de plantas reservorio en sus plantaciones que sirven de refugio a la fauna beneficiosa y, además, tiene en marcha una serie de proyectos para reducir el uso de plástico y derivados en sus confecciones.
Llegado a este punto, Gómez apela al sentido común de los consumidores: “La lechuga, al ser un producto compuesto por agua en un 90%, necesita protección para no deshidratarse y aumentar así su vida útil”. Esto, evidentemente, convierte al plástico en un elemento fundamental a la hora de su comercialización; sin embargo, la firma no cesa en su empeño para trabajar con materiales biodegradables y, en la medida de sus posibilidades, sustituir las bandejas de poliestireno convencional por el reciclado, entre otras iniciativas.