El jueves es el día de Christine Lagarde. A la aún presidenta del BCE le ha llegado su momento de la verdad mucho antes de lo previsto. La amenaza sanitario-económica del coronavirus le obliga a mover ficha, presionada por las bajadas de tipos en EE UU e Inglaterra. El problema es que tras años de medidas extraordinarias, el margen de maniobra del eurobanco es muy reducido. Lagarde trasladó el martes a los líderes de la UE la gravedad de la situación. Alertó contra el riesgo de “complacencia” y les dijo que, sin una respuesta contundente y unitaria, la pandemia amenaza con provocar una crisis como la de 2008.
Dos días antes de la reunión del BCE, los líderes europeos habían discutido por videoconferencia su respuesta a la crisis del coronavirus. De esa reunión no salió un plan coordinado, como querían Francia y otros países del sur de Europa, sino uno poco ambicioso que prevé movilizar 25.000 millones de euros. Pero no se trata de dinero fresco, sino de fondos que ya estaban comprometidos. En esa cita, según una fuente citada por la agencia Bloomberg, Lagarde advirtió a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE de la seriedad de la situación, que comparó con la crisis financiera de 2008. Otras fuentes recuerdan que insistió a los líderes en la necesidad de evitar la complacencia.
En una dirección muy parecida apuntó hace pocos días el Fondo Monetario Internacional (FMI). Su economista jefa, Gita Gopinath, también comparó la importancia de la epidemia que nació en Wuhan (China) con crisis como la de 2008 o con el impacto de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Gopinath escribió el pasado lunes que el descenso de oferta y demanda que ahora sufren determinados productos recuerda a lo ocurrido “durante la fase más aguda de la crisis financiera global” y superaba lo visto en “otras epidemias recientes o después del 11-S”. Con el incendio de los mercados financieros de las últimas semanas, los inversores parecen descontar ya una recesión global si la epidemia no se contiene.
Fuente: El País