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El 63% de los españoles creen que 2021 será peor que 2020

El miedo y el estado psicológico es un factor esencial en el consumo. Un estudio de la Universidad Oberta de Cataluña alerta del comportamiento del consumidor durante la crisis y su impacto económico.

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Un estudio internacional de Open Evidence, una spin-off de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC), ha publicado los resultados finales de su análisis sobre los efectos de la COVID-19 en España, Italia y el Reino Unido. Tras una primera ola de resultados, publicada a finales de mayo y centrada en la salud mental, el informe final muestra datos socioeconómicos, expectativas de futuro y capacidades cognitivas de los ciudadanos. Entre los principales resultados, la investigación revela que un 36 % de los españoles ha consumido sus ahorros durante un mes de confinamiento y que la mayoría tiene miedo y una visión negativa del futuro: el 92 % de los españoles teme una depresión económica, el 63 % espera que el año 2021 sea peor que el 2020 y, también, un 63 % tiene miedo de que haya restricciones permanentes de derechos y libertades.

Los datos del estudio recogidos en la tercera ola revelan que la pandemia está alterando el comportamiento de la población. En el ámbito socioeconómico, un 41 % ha disminuido el consumo de productos culturales y el 58 % ha reducido su actividad de networking, clave para su carrera y sus futuras oportunidades laborales.

Y este comportamiento continuará perjudicando el consumo. Según un estudio publicado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), el gasto en consumo de las familias en España se contraerá un 11,8% este año. Durante los años más duros de la crisis económica, entre 2007 y 2013 el consumo de los hogares se redujo en un 16,6%.

Por su parte, el servicio de estudios del BBVA ha advertido de que las restricciones derivadas del COVID-19 harán bajar el consumo de los hogares el 8,7 % en 2020, toda vez que el gasto en bienes duraderos retrocederá a cifras de 2012 y se desplomará cerca del 20 % en el segundo semestre de este año.

Impacto en la alimentación

«Probablemente apostarán por productos más básicos y baratos y racionalizarán su compra, de forma similar a lo que sucedió en la crisis del 2008», afirma Juan Carlos Gázquez-Abad,  profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. Para el experto, asistiremos a una nueva reducción de la oferta de muchas cadenas –no tan acentuada como en la crisis anterior- a fin de poder ofrecer una cesta de la compra más barata sin que deje de ser completa. Un consumidor con pérdida de capacidad económica será un cliente más atento a las ofertas y promociones. «Incrementará la sensibilidad al precio del consumidor y, por lo tanto, su sensibilidad a las promociones. Es probable que asistamos a un incremento de la presión promocional en muchas cadenas y marcas», explica Gázquez-Abad.

«En este contexto, muchas de las marcas de distribuidor o marcas blancas se van a ver beneficiadas, ya que una mayor racionalización, fruto de una menor capacidad económica, llevará al consumidor a valorar más aquellas marcas con mejor relación calidad-precio», añade Gázquez-Abad. Aunque vaticina un incremento de las marcas blancas, el experto afirma que será leve, lejos del crecimiento del 10% de cuota de mercado que se produjo entre los años 2007 y 2013, por ejemplo.

«La forma de consumir será más controlada porque las economías domésticas se verán perjudicadas. La tendencia ecológica de los últimos años dependerá del poder adquisitivo de cada familia: el producto ecológico suele ser más caro y, por tanto, puede convertirse en el «lujo» de las economías altas», afirma Soler. Además, la experta añade que, «aunque las marcas blancas han introducido cada vez más el producto ecológico en sus gamas, y dado que la crisis económica que sufrimos ahora disparará el consumo de marcas blancas (como ocurrió en la última crisis), si los precios son asequibles, podría ser que el consumidor consuma marca blanca, pero también producto ecológico», añade la experta.

 

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