En la huerta valenciana empieza la recolección de la patata con luces y sombras. Según destaca la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), “la calidad de nuestra patata es muy buena porque los productores han mantenido a raya las plagas y enfermedades y han estado cuidando los campos con riegos constantes durante toda la temporada ante la falta de lluvias”. Sin embargo, también advierte la organización agraria que “los precios que se hablan a pie de campo resultan insuficientes para compensar la subida del 30% de los costes de producción y la reducción prevista del 15-20% de la cosecha”.
Por ello, AVA-ASAJA insta a los operadores comerciales –especialmente a las cadenas de la distribución alimentaria– y al conjunto de los consumidores que den prioridad a la compra de la patata valenciana. Entiende la asociación presidida por Cristóbal Aguado que “la mejor defensa que podemos hacer por preservar la Huerta de Valencia es consumir y hacer rentables los productos de los cultivos que moldean este paisaje. Además, son una garantía insuperable de proximidad, frescura y sabor, de trazabilidad, seguridad alimentaria y salud, que por su cercanía y modo de producción presentan la mínima huella de carbono y la máxima sostenibilidad económica, social y medioambiental”.
De acuerdo a las estimaciones de AVA-ASAJA, los costes de producción en la actual campaña de la patata valenciana se han incrementado un 30% debido al encarecimiento de las semillas, los fertilizantes y los fitosanitarios. La lucha contra enfermedades como el oídio, el mildiu y la alternaria ha supuesto un sobrecoste, pero los agricultores han podido controlar los ataques, a diferencia de lo ocurrido con la cebolla donde el sector dispone de menos soluciones eficaces aún para hacer frente a las plagas y enfermedades del cultivo.
A causa de las elevadas temperaturas y la ausencia de precipitaciones en las últimas semanas, AVA-ASAJA prevé un descenso de la producción de entre un 15 y un 20% a pesar de haber una superficie cultivada similar a la del año pasado. La variedad predominante es Vivaldi –con alrededor del 80% de la oferta valenciana– que se destina mayoritariamente al consumo en fresco y a la exportación a la Unión Europea. En cuanto a la variedad Agria, es demandada por la industria alimentaria y la hostelería.
El responsable de la sectorial de hortalizas de AVA-ASAJA, Vicente José Sebastià, resalta “la extraordinaria calidad de la patata valenciana que, además, presenta innumerables ventajas culinarias. Tiene un buen sabor tanto para freír como para asar, hervir y cocinar de cualquier manera. Es un producto de proximidad, de kilómetro cero y su consumo ayuda a preservar el singular paisaje de la Huerta de Valencia. No hay que olvidar que los horticultores debemos mimar el suelo haciendo la debida rotación de cultivos y la patata, junto a la cebolla y la chufa, es una producción fundamental”.
Sebastià asegura que “las primeras cotizaciones que sobrevuelan en la huerta han empezado flojas y esperamos que repunten con el paso de los días para que los productores no perdamos dinero. En ese sentido, pedimos a los consumidores que pidan en su punto de venta patata valenciana. Ganaremos todos, agricultores y consumidores, en mejora de la economía, paisaje, sabor y salud”.