ACES, que representa a una red de 3.700 supermercados de cadenas de grupos como Carrefour, Eroski, Auchan y El Corte Inglés, compartió con el resto de la cadena alimentaria la crítica a esta tasa que grava el 0,45 euros por cada kilogramo de plástico no reutilizable que fabrique o adquiera a terceros.
“Cuando se estuvo discutiendo la Ley de Residuos y suelos contaminados que introdujo el impuesto al plástico ya dijimos que no era una buena solución porque iba a encarecer el proceso de fabricación”, apunta Del Pino en una entrevista a Efeagro.
Además, se advirtió que iba a “distorsionar un mercado en desarrollo”, al tiempo que supondría un coste de gestión administrativa para las empresas “importantísimo”.
“Con los datos que ya conocemos de recaudación tributaria, se ha cubierto el objetivos sobradamente”, lo que a su juicio confirma que “el objetivo del impuesto era no tanto ambiental, sino recaudatorio”.
Carta al Gobierno: menos IVA y presión normativa
Precisamente, rebajar la presión regulatoria que afecta al sector es uno de las reclamaciones que desde ACES formulan al Gobierno que acaba de arrancar su legislatura.
“Pedimos lo de siempre: un mejor tratamiento fiscal y regulatorio”, sentencia Del Pino.
Y es que considera “un problema muy importante de costes” empresariales las exigencias laborales, administrativas y logísticas de cada nueva norma que va saliendo, unos “costes que, al final, acaba sufriendo toda la cadena de valor”.
Sería una manera de evitar impactar en el precio de la cesta de la compra tras dos años de encarecimiento y después de un año de la aplicación de la supresión del IVA en los alimentos básicos y de la rebaja del 10 a 5 % en el caso de aceites y pastas.
Sobre este asunto, Del Pino se muestra contundente: “el informe encargado por el Gobierno a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) avaló que efectivamente todas esas bajadas en los tipos del IVA de los productos que se había seleccionado se habían trasladado inmediatamente”.
Abunda que “inmediatamente” equivale “al día siguiente y en todos los productos de todas las enseñas” por un motivo: la competencia que hay en el mercado minorista que permite al consumidor decidir con muy poco coste personal cambiar de tienda o de hábitos.
Optimismo en Navidad
Cuando parece que la inflación alimentaria da algo de tregua -al comparar con el 2022 y tras la estabilización de algunas materias primas- y a pesar de los precios históricos que siguen teniendo algunas categorías como el aceite de oliva, la campaña navideña se enfoca desde las empresas “con optimismo, dentro del realismo”.
Del Pino recuerda que diciembre puede suponer hasta el 12 o el 13 % de la facturación anual de las empresas y que cuadren o no las cuentas.
Con los márgenes presionados por la inflación y con una mayor competencia, por la conocida como “cuota de estómago”, con la hostelería, la Navidad se convierte en un tiempo para poder vender una cesta distinta, de más valor, con un surtido más diferenciado para satisfacer a un consumidor que hace un “paréntesis” al final del año.
Con la vista en la Unión Europea
Por otro lado, son muchos los reglamentos europeos que inquietan en ACES por el efecto directo que tienen en la actividad de sus asociados.
Uno de ellos es el que pasó hace dos semanas por el Europarlamento sobre envases, pero hay otros más que implicarían cambios drásticos e incluso “irrealizables” para las empresas.
Por ejemplo, para el de gases fluorados se esperan desarrollos técnicos que eviten tener que cambiar todos los sistemas de refrigeración; en el horizonte cercano, el de deforestación que obligará a las empresas a acreditar que ninguno de los ingredientes de los que vende tiene origen en parcelas fruto de la deforestación, explica.
Toda esta regulación “preocupa”, reconoce del Pino, en un contexto en el que las empresas de distribución a través de patronales como ACES defienden que se flexibilicen estas normas, con las que “comparten” el fin último.
Fuente: EFEAgro