El precio medio percibido por el agricultor de cebolla en España al término de 2022 se ha incrementado un 238% respecto a la última semana de 2021, según los datos del Ministerio de Agricultura (MAPA), una situación histórica e inédita, tal y como explican los propios productores, que esconde una serie de retos y dificultades. Las razones principales, el incremento de los costes, la reducción de la superficie cultivada, motivada por los bajos precios de las campañas anteriores, a lo que se suma la merma de productividad como consecuencia de las elevadas temperaturas registradas en los momentos claves del desarrollo del cultivo.
En 2022 se ha registrado un retroceso del 17% en la oferta de cebolla española (1,18 millones de toneladas), en comparación con el año anterior, según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, que corresponden a los ocho primeros meses. La evolución contrasta con el aumento que se produjo en 2021, cuando se contabilizó una producción de 1,42 millones de toneladas, frente a los 1,3 millones de 2020. La superficie cultivada que en 2021 era de 26.000 hectáreas, ha descendido un 10,8% en 2022, hasta las 23.200 hectáreas.
En los primeros ocho meses de 2022, esta situación de menor volumen de cebolla ofertada había motivado una mejoría del 26,4% en las cotizaciones en comparación con el mismo periodo del año pasado, con una media de 0,23 euros el kilo, frente a los 0,18 euros/kilo del año pasado y por encima de la media de los últimos cinco años, que fue de 0,22 euros/kilo.
Luis Fernando Rubio, gerente de la Asociación de Productores de Cebolla de Castilla-La Mancha (Procecam), principal zona productora de esta hortaliza en España, explica que la bajada de superficie de este último año era previsible por el comportamiento que se venía arrastrando “en las últimas tres campañas, con pérdidas de forma consecutiva”, lo que había propiciado “un abandono del cultivo en muchas zonas por no ser rentable”.
Al incremento de los costes se ha sumado “un descenso de los rendimientos por la climatología de en torno a un 30% respecto a la campaña anterior”, añade Rubio, que lamenta que este incremento de las cotizaciones no haya venido acompañado de un volumen de producción “normal”, lo que hubiese arrojado un buen balance de campaña.
Exportación y competencia
Este incremento histórico del precio de la cebolla ha provocado, incluso, el desabastecimiento en algunos países, que han comenzado a imponer restricciones a la exportación de cebolla para proteger sus mercados locales, entre ellos, Marruecos, así como otros de Centroamérica y Sudamérica.
Entre enero y agosto de 2022, el sector de la cebolla española ha mejorado el valor de sus exportaciones, con 106 millones de euros, frente a los 91 millones del año anterior, mientras que el volumen ha descendido, al pasar de las 207.000 a las 201.000 toneladas. La cebolla ha sido el producto con mayor incremento (+39,2 %) en el superávit comercial en valor entre enero y agosto, por la disminución de las compras foráneas y por el incremento de las exportaciones.
Para este mes de mayo, el representante de Procecam apunta que Europa se quedará sin stock: “Holanda se quedará sin producción, cuando antes había hasta finales de julio, lo que afectará positivamente al cultivo de cebolla temprana, con muy buenas previsiones, al encontrarse el mercado vacío” y “habrá que estar atentos a otros países competidores como Países Bajos, Reino Unido y Alemania, que también han adelantado la plantación para poder comercializar antes. Por su parte, el mercado nacional tiene garantizado el suministro porque la cebolla extratemprana, la primera que se recoge, “se va a dedicar al mercado interior” porque no tiene características para la conservación y no se puede destinar a exportación.
España se ha posicionado como segundo país suministrador de la Unión Europea tanto en valor como en volumen, debido a la contracción que se ha producido en Egipto, que a pesar de que se encuentra fuera de los diez mayores exportadores de cebolla que recoge la FAO, es el tercer mayor comercializador del arco mediterráneo. A ello se suma que Egipto ofrece un tipo de cebolla que no se ajusta del todo a los estándares del consumidor español, ni tampoco ofrece, ni de lejos, las mismas garantías de seguridad alimentaria.
Optimizar el riego y diferenciación
Entre las medidas para hacer frente al incremento de costes, Rubio señala la implantación de nuevos sistemas de cultivo, intentar optimizar y aprovechar los sistemas de riego para que sean más eficientes, con goteo y nuevas tecnologías. “Aunque encarece aún más la producción, son medidas que tenemos que aplicar por la escasez de agua existente”. Reconoce que no es fácil asumir y recuperar este tipo de inversiones, pero “si quieres cultivar ahora mismo, es muy necesario”. Lo que ha ocurrido en estos tres años es que ha habido empresas que han visto que la rentabilidad “es escasa” para afrontar estas inversiones, por lo que han decidido cerrar.
También es fundamental apostar por la diferenciación, como así se ha hecho con el impulso y la consecución de la Indicación Geográfica Protegida de la ‘Cebolla de La Mancha’, que ha culminado un proceso que se inició en septiembre de 2019. “Es esencial añadir valor al producto y potenciar la marca”, concluye.
En este contexto, el valor del consumo de cebolla en los hogares españoles ha descendido de los 260 a los 231 millones de euros entre 2021 y 2022, lo que significa una caída en volumen desde las 201.000 a las 168.000 toneladas.