El incendio en el entorno natural del Parque de Doñana ha conmocionado la opinión pública española y europea. Son muchas las noticias que al respecto han salido y más aun las “explicaciones” que se han dado y los “culpables” que han sido acusados.
Es verdad que el Parque y su entorno, están sometidos a fuerte presiones. El reto no es solo compatibilizar la legítima aspiración de los habitantes de la zona a una vida y un empleo digno para ellos y sus familias con el mantenimiento del Parque. El reto real es cómo utilizar el desarrollo del parque como una potente palanca para el desarrollo de la región, el construir una estrategia de desarrollo sostenible en sus cuatro pilares, económico, social, medioambiente y gobernanza.
La tarea no es fácil. Los amenazas potenciales para el Parque son múltiples, desde las consecuencias del cambio climático al almacén de gas, desde el uso (y abuso) de los recursos hídricos a las actividades mineras, desde la presión creciente del turismo y la construcción al Rocío.
La agricultura de regadío en general, y los frutos rojos en particular, son una de las columnas vertebrales de la zona y es más que deseable que lo siga siendo en los años venideros. Para que esto sea posible, su desarrollo (siguiendo la filosofía expuesta anteriormente) no solo debe ser compatible con el Parque sino que debe ser activamente pro-Parque.
Los primeros interesados en que se clarifique de una manera transparente las tensiones del agua son los propios freseros siempre que tengan la intensión de seguir siendo freseros en los próximos años. Deben ser ellos los más interesados en legalizar los pozos que se puedan legalizar y erradicar los ilegales. Deberían ser los primeros en manifestarse en defensa del Parque en el tema del gas; deberían esponsorizar la recogida de basura en las playas del Parque traída por las mareas a las playas del Parque y la limpieza del parque después del Rocío: Comprar fresas de Huelva debería ser una manera sencilla para el consumidor y el ciudadano de financiar la recuperación de las zonas dañadas con el incendio porque una parte del precio de venta debería ir a un fondo para este propósito.
En otras palabras, el futuro de los frutos rojos de Huelva pasa por ser una parte de la solución y no del problema.