FEPEX nos lo recuerda: el coste, la rapidez, la adaptabilidad a las necesidades de la producción y la comercialización, y que el principal destino de la exportación española es Europa. Su flexibilidad permite tanto el acercarse al lugar de partida del producto como a su lugar de llegada.
Si son tantas las razones, ¿por qué el Paranoico hace honor a su nombre? Ello se debe a un cúmulo de incertidumbres y certidumbres.
En cuanto a las primeras, no es bueno poner todos los huevos en el mismo cesto. El auge de los nacionalismos en Europa, y en particular el crecimiento del voto a la extrema-derecha en Francia, hacen temer que vamos a volver a ver en los próximos años ataques en las carreteras francesas a los camiones españoles por parte de elementos “incontrolados” (o más bien controlados por vete tú a saber por quién).
Las certidumbres
Pero inquietan igual las certidumbres. El transporte por carretera va a continuar su proceso ya iniciado de encarecimiento normativo y económico.
Desde el punto de vista normativo, bajo una forma u otra, el uso de las carreteras por los camiones va a ser de pago. Además, las condiciones laborales de los conductores van a mejorar y se van a controlar más y mejor; lo mismo pasa con los taquímetros. La fiscalidad sobre los medios de transporte no sostenible no va a hacer más que aumentar. Los recientes cambios en la legislación española, por ejemplo en cuanto a quién asegura la descarga del camión, están en línea con lo que está pasando en otros Estados miembros de la Unión Europea y va a incidir sobre los costes de los servicios.
Desde el punto de vista económico, el envejecimiento de la plantilla de los conductores de camiones y su edad media avanzada va a provocar problemas de relevo generacional, una disminución de la oferta y su correspondiente encarecimiento. Otros factores son, al menos hasta que se generalice el camión eléctrico, el coste neto de los carburantes (sin la fiscalidad), que también se mantendrá en niveles altos o, incluso, aumentará.
No hay ninguna gran novedad en lo que describo, nada que no se sepa desde hace años. Al mismo tiempo, también son conocidas las acciones que hay que emprender para abordar el problema: el transporte intermodal con la recuperación e integración del ferrocarril y de las autopistas del mar.
En el ferrocarril, se ha invertido masivamente en una alta velocidad que, en muchos casos, no permite su uso por el transporte de mercancías. Se han recortado masivamente los fondos para el mantenimiento y la mejora de la red ferroviario tradicional. En cuanto al Corredor Mediterráneo, tan importante para el sector, todavía se le espera.
Se sabe, y nuestros responsables políticos no hacen nada, o muy poco. Las prioridades inmediatas se comen a las estratégicas… hasta que estas últimas se vuelven, a su vez, inmediatas. Entonces, empiezan las lamentaciones, el echar la culpa al gobierno anterior, a Bruselas, a los calificados “cariñosamente” como ‘ecolojetas’, a todo el mundo menos a ellos mismos.