En una anterior entrada de este mismo blog (Me transporto de tristeza) compartí con usted, sufrido lector mi desanimo. Andalucía, España, está lejos de los grandes centros de consumo y nuestra exportación depende en un 95% del transporte por carretera. Decíamos que Europa va cada vez más, de hecho ya ha empezado, a tasar el CO² emitido por los camiones; va a implantar viñetas para que paguen el mantenimiento de las carreteras que usan; va a unificar la fiscalidad sobre la gasolina y sobre el diésel. En otras palabras, Europa va a aplicar el principio de quien contamina paga al transporte de mercancías.
El ferrocarril podía haber sido parte importante de la solución. Tenemos la segunda red más extensa del mundo detrás de China, con ancho europeo pero inapta para el transporte de mercancías. Concluíamos que África en el transporte ferroviario de mercancías sigue empezando en el Pirineo.
Con este mimbre tendremos que hacer el cesto. Tendremos que actuar para transformar nuestra debilidad en fortaleza y apoyarnos en ella para avanzar.
I have a dream. Tengo un sueño que voy a compartir con ustedes. Es una locura, pero lo que está claro es que la gente cuerda nos está llevando a un callejón sin salida.
¿Por qué no le decimos al consumidor europeo que usamos la carretera y el camión para llegar cuanto antes a su puerta, para ofrecerle frescor y calidad a un buen precio?. Pero como somos conscientes de que esto tiene consecuencias negativas sobre nuestra huella ecológica, hemos lanzado un programa masivo de compensación del CO², poniéndose de acuerdo por ejemplo la Interprofesión (con el apoyo de las Consejerías responsables) con ONGs responsables de ayuda al desarrollo; cortando con árboles el mar de plástico de Almería y otras iniciativas del estilo.
¡Entonces, sí que España sería diferente pero para bien!