Alerta roja: se multiplican las alarmas sobre las condiciones de trabajo de las mujeres en el campo
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Da pena volver a escribir sobre el tema pero parece que algunos agricultores, se me resisten mis dedos a escribir “empresarios”, están ocupando repetidas veces las primeras páginas de los periódicos con escándalos relacionados con la explotación económica, y sexual, de trabajadoras agrícolas en el campo andaluz, en Almería y Huelva principalmente.
Podemos estar seguros que no se trata solo de periódicos españoles. Ya se encargan nuestros competidores de hacer saber a sus medios de comunicación lo que aparece en la prensa española, prensa que siguen atentamente.
Lo que deberían ser buenas noticias, trabajadoras que se atreven a denunciar, y presuntos delincuentes arrestados por la guardia civil, se transforma en armas comerciales contra la gran mayoría de los productores que cumplen con las leyes y sus obligaciones. El hecho de que haya denuncia significa que la sociedad civil está organizándose para defenderse de lo inaceptable; el hecho de que intervenga la guardia civil demuestra que en nuestro país hay leyes y se respetan. El que la hace termina pagándola. Por esto decía entonces que eran “buenas noticias”.
Lo que es inaceptable son los hechos que se denuncian, si se revelan ciertos al final de la instrucción. Algo ha cambiado en España a raíz del 8 de marzo y muchos todavía no lo han entendido. Evidentemente que a río revuelto, ganancia de pescadores. Pero lo fundamental es que hay sospechas más que fundadas que algunos ríos, por suerte unos pocos, si que están revueltos.
En el mercado europeo, y el mercado español es también mercado europeo, se compite por precio, calidad y excelencia. Cuesta mucho hacerse un hueco y una reputación. Pero se te puede expulsar en poco tiempo por razones de reputación.
El mal hacer de unos pocos daña el esfuerzo prolongado de muchos. Hay que evitar que estas cosas ocurran, hay que resolver el problema en el inicio y nadie mejor que los propios productores para poner orden en su casa, por las buenas y sin aspavientos.
¡El que avisa no es traidor!