Lo primero que hay que destacar, tras nuestra feria, es la alegría, la alegría por el reencuentro, la alegría por el éxito en la organización y la alegría en los contactos comerciales. En ningún momento tuve la menor sensación de peligro COVID o de amontonamiento. Todos teníamos muchas ganas de hacer las cosas bien y así se hicieron
Junto a este sentimiento, vuelvo de la Feria preocupado. Esta vez, nadie me ha mencionado espontáneamente el Brexit en sus conversaciones pero si, en cambio, su inquietud ante la subida de costes.
No se trata ya solo de los costes ligados al COVID, que muchos de ellos siguen aquí. La subida del coste de la energía repercute en los agricultores (el riego, entre otros), los insumos (el coste de los fertilizantes y de las medicinas de las plantas), el transporte y la logística… Lo lógico sería que estos aumentos pudieran reflejarse plenamente en los precios percibidos.
Pero no es tan fácil. Los consumidores siguen inquietos e inseguros. Es verdad que las cifras macroeconómicas son más bien buenas y que la tasa de paro está bajando, pero hace falta tiempo para que esto se refleje a nivel micro y, sobretodo, en las sensaciones y la psicología del consumidor. La inflación (temporalmente, nos dicen los que dicen que saben) está de vuelta y esto inquieta a los consumidores y consolida el factor precio como un elemento esencial.
Esto lleva a la distribución a competir primero vía precios para atraer al consumidor. Ellos me dicen que no tienen capacidad de transferir el incremento de coste a los precios de venta al público, otros me dicen que tienen escasa voluntad de hacerlo. El hecho es que los márgenes si existen son, en todo caso; estrechos. Estamos ante la prueba de fuego para la nueva ley de la cadena y su obligación de cubrir los costes de producción.
Luego, después de que salga el tema de los costes, me hablaron de la nueva PAC, del Plan estratégico y las estrategias “De la granja a la mesa” y “biodiversidad”. Sobre estos temas, El Paranoico volverá en próximas entradillas, pero no olvidemos, como dijo Pedro Gallardo, que no hay agricultura verde en números rojos.
Recuperando una frase que tuvo su hora de gloria, “It is the economy, stupid”.