Además de los evidentes aspectos morales sobre los que no vamos a insistir, el tema es utilizado como arma comercial en contra de las frutas y hortalizas españolas en los mercados de exportación. Cuando empiezan a producir los productores locales, florecen por las redes sociales los videos y las noticias tendientes a disuadir, con cierto éxito, al consumidor europeo de comprar productos españoles.
Las condiciones de vida y de trabajo en el campo de los trabajadores están sujetas a polémica no sólo en España. Noticias recientes en Italia o de Francia así lo confirman pero no pueden servir de taparrabos para esconder las dificultades existentes en España. La última muestra es el reciente estudio de Comisiones Obreras sobre la precariedad laboral de las trabajadoras extranjeras, entre otros, en la campaña de fresa (que sale mejor parada, todo hay que decirlo, que la campaña de los cítricos).
Otro aspecto del reto es la escasez de mano de obra. Como señala Francisco Sánchez, Gerente de Onuba Fruit, “hay una concentración de trabajo muy fuerte en muy poco tiempo. Hasta ahora, los temporeros que recogen la fresa están haciendo horas extras para recolectar, también, el arándano, pero en las próximas campañas esta solución va a ser insostenible”. Aunque sindicatos como la UPA han reclamado un aumento de los contingentes de trabajadores inmigrantes, el gobierno pide cifras antes de abordar de nuevo el tema de la contratación en origen, cuando el paro registrado en la provincia de Huelva ronda el 30%.
Mucho se ha escrito, dentro y fuera de España, sobre los emigrantes, su (mal)trato en las regiones productoras españolas de frutas y hortalizas y sobre la ventaja comparativa “decisiva” que las normas españolas brindarían a los productores. El único estudio que existe al respecto, al menos el único que conozcamos, ha sido publicado en Francia en agosto del 2015. Concluye que la relación entre los costes salariales en la agricultura española con respecto a la agricultura francesa, era de 1 a 2 en el año 2004 y había disminuido hasta 1 a 1.6 en el año 2012. Hay pues diferencia pero el foso no aparece tan grande como algunos afirman.
Otras informaciones validan la necesidad de una mayor productividad en la cadena de valor,–teniendo en cuenta que la incorporación tecnología también conlleva capacitación para optimizarla. Se refieren, entre otros, a las cargas sociales que recaen sobre el factor trabajo, de tan grande en el sector de producción y procesamiento para la venta en fresco. Complementando lo señalado en el párrafo anterior de la comparación con Francia, la información disponible en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD ) sobre impuesto y aportaciones a la seguridad social (IASS) en Europa indica los siguientes costes: Francia (27.5%); Italia (24.3%); España (23%); Bélgica (22.9%); Portugal (19.2%); Alemania (16.2%); Polonia (14.4%) y Países Bajos (8.9%).
Todo depende pues con quien hacemos la comparación. Los niveles españoles son un 19.57% menores en coste laboral en relación a Francia, pero 61.3% más costosa al comparar con Países Bajos y 37.39% con Polonia.