¿Recuerda Usted dónde quedó su fax?
Este es mi primer post de 2017 y aunque parezca que me ha venido un ataque de nostalgia, es una de las conclusiones a las que llegué tras la última semana de alboroto mediático e informativo que ha vivido el mundo y casi haciendo las maletas para acudir a la Fruit Logistica 2017, es quizá uno de los años en los que acudo con más curiosidad (o incertidumbre) que nunca.
Estos últimos días de enero de 2017 han sido raros, por decir algo. Aunque se podía anticipar, constatamos que Europa se ha quedado en medio de dos potencias mundiales que quizá desde el final de la guerra fría nunca habían estado tan impredecibles. Como quien se queda pillado en una competición de camareros siniestros, sume Usted a la mezcla una medida generosa de Brexit, unas cuantas olas de frio polar con sus típicas ventiscas, tormentas y lluvias torrenciales y sírvalo en una copa de “Once meses sin gobierno”. Se notan esas notas de ‘mercado incierto’, matices de ‘precios altos’ y ‘poca disponibilidad de producto’, hay que dejarlo reposar un poco porque consumir mucho de esto así de golpe puede ser perjudicial para la salud.
Algo así estaba yo pensando mientras veía a la nueva administración norteamericana cancelar el Acuerdo Transpacífico, desistir del TTIP, dinamitar el TLCAN (NAFTA), y así, todos los días una perla, hasta que vimos a la premier británica entrar en escena y el Mercado Común también salió vapuleado. No he podido evitar pensar en que esos tratados conllevan mucho trabajo, mi experiencia en la pequeña parcela de desarrollo normativo en la que me desempeño me dice que todas esas peripecias comerciales van acompañadas de muchísimo trabajo de estudio de correspondencias y homologación, intercomparación de criterios, reconocimientos mutuos, etc. Lo que se inicia con un acuerdo comercial termina desarrollando muchísimas normas técnicas que se elaboran al cabo de meses y años y qué impactante es ver cómo se destrozan a hachazos. Es arduo desmantelar el proteccionismo pero de un plumazo se puede involucionar por completo.
Todo esto me hizo recordar cuando se tenía que mover cada exportación con pre-autorizaciones fitosanitarias, con certificados de origen, con contingentes y cupos, con muestras para montones de administraciones, pedimentos de importación… tiempos en los que los escáneres y los documentos electrónicos eran desconocidos o poco habituales y cada operación de comercio exterior requería “echar un ratito” delante del fax pasando toda la documentación y rezar porque todo pasara “OK”, para después llamar al cliente cerciorarse de que todos los documentos estaban conformes, preparar las valijas de mensajería, el despacho de las muestras y así un día tras otro. La globalización tiene muchos aspectos positivos y otros tantos negativos, pero hay que reconocer que es fácil acostumbrarse a lo fácil.
Eso pensaba yo, y si retrocedemos, y si hay que volver a hacer todos los periplos a Sanidad, Cámara de Comercio, Agente Aduanal, Forwarder, etc… porque lo mismo a un iluminado de éstos se le ocurre pensar que los documentos electrónicos no valen, total ya hemos prescindido del sentido común y de la responsabilidad en tantas cosas, que esta sería una más.
Menos mal que si me hace falta, mi impresora se puede conectar a una línea telefónica y es capaz de funcionar como fax, aunque esa función se haya usado bastante poco. Y usted, ¿hace cuánto que no usa un fax?