El sector citrícola ha avanzado mucho en los últimos años desde el punto de vista varietal, con la aparición de un gran número de materiales que vienen a cubrir carencias o a mejorar aspectos de las utilizadas hasta el momento. Pero si queremos que esa labor de investigación y desarrollo varietal siga siendo fructífera, es necesario no solo el control, sino también erradicar el uso fraudulento de las variedades protegidas.
Hasta ahora, para poder identificar una variedad y verificar su legalidad, era necesario asegurar la trazabilidad del fruto y en caso de posible ruptura, realizar un complejo examen técnico que atendiese a sus particulares diferencias morfológicas y comprobase si concurren unos determinados descriptores fijados en el momento del registro de la misma. Pero, en infinidad de ocasiones, las similitudes entre un fruto y otro -especialmente en cítricos donde la mayoría responden a mutaciones espontáneas o inducidas de una misma especie varietal- hacen extremadamente complicada la diferenciación y desde luego, retrasan en sobremanera los resultados. En el caso de semillas de cereales protegidas, por ejemplo, se hace necesario tomar muestras del material sospechoso, plantarlo en otro lugar y esperar a que se complete su ciclo biológico para así comprobar las diferencias y en su caso, iniciar acciones penales o civiles contra el posible infractor.
Sin embargo, con el sistema de marcadores moleculares que poco a poco va ganando terreno, no sólo en algunos cítricos protegidos sino en uva de mesa y en frutales de hueso, la verificación se podría realizar no ya en meses o años, sino incluso en días u horas. Es, por tanto, una revolución para el sector, un seguro para los propietarios de las variedades; también para los propios agricultores, que se benefician de ese control que, en muchos casos, va enfocado a evitar la saturación con una excesiva producción y para los consumidores. «Con los marcadores moleculares le podemos asegurar al cliente final que realmente está comprando y consumiendo esa variedad, disfrutando de sus características únicas», nos explican desde Eurosemillas.
Y es que esta empresa, que tiene los derechos sobre la variedad de mandarina tardía sin semillas Tango (registrada como Tang Gold), ha sido pionera en el uso de este sistema, que ya comienza también a implementarse para otras variedades de cítricos protegidas.
Más de 10.000 muestras al año
Cyberagrópolis, la entidad certificadora que trabaja para Eurosemillas, tiene previsto tomar más de 10.000 muestras en 2018 para comprobar a través de su marcador molecular registrado la autenticidad de su mandarina. La empresa da continuidad así a los controles que ha venido desarrollando hasta la fecha, adquiriendo piezas de fruta para su análisis posterior tanto en el lineal como obteniéndolas a pie de campo.
Este sistema de verificación se completa, además, con otro avance que han implementado, como es la etiqueta de certificación y otros sistemas complementarios para evitar las falsificaciones, así como el desarrollo de un sistema de geolocalización para todas las fincas con producción licenciada.