Entrevista a Antonio García, director comercial de Grupo La Caña.
En 2020, se vendieron 172.000 Tn de tomate más en Europa que un año antes. ¿Prevén que se mantenga la tendencia también este año?
Pienso que sí, con la pandemia el consumidor se ha concienciado sobre comer sano y el tomate es un producto cada vez más valorado, por lo que no hay nada que me haga pensar que vaya a decrecer su consumo. Sin ir más lejos, pese a que esta campaña ha sido muy atípica, con una falta generalizada de productos, ha habido bastante más demanda. De hecho, el precio medio que ha conseguido el agricultor de tomate ha sido superior a otros años. Los cherries en todas sus tipologías han impulsado este aumento de las ventas, por lo que, en nuestro caso, sí hemos registrado una mayor demanda, ya que el cherry representa nuestro principal producto. El consumidor busca este tipo de tomate porque ofrece diversidad de sabor, aporta colorido a los platos…
¿Cuál es el cambio que ha experimentado el consumidor y qué estrategia debe seguir el sector para conectar con él?
Para mí hay dos cambios principales: por un lado, el consumidor está cada vez más concienciado con el medio ambiente y las condiciones laborales de los trabajadores y, por otro, el sabor. La seguridad alimentaria ya la tenemos más que asumida y ahora el consumidor se fija en otras cuestiones como el respeto al entorno del cultivo, a los trabajadores y que innove para aportar variedades con sabor. Es lo que buscamos, que además de ser sano, de satisfacción al consumirlo. Para ello, en La Caña sacrificamos producción por buscar variedades que fidelicen al cliente de esa manera y queremos hacer marca. El objetivo es ahora transmitirle a este consumidor que nuestro producto es sano, libre de residuos, cultivado bajo estrictas normas de respeto al medio ambiente y con buenas condiciones laborales para nuestros trabajadores, aspectos que hemos cuidado desde siempre. En definitiva, nos gusta ofrecer un producto sano que aporte valor al consumidor y hecho de corazón, con sentimiento.
¿Este esfuerzo es valorado en los mercados? ¿Existe una diferenciación con respecto a la oferta de terceros países?
El supermercado busca satisfacer al consumidor y a la opinión pública, pero al final, casi siempre, impera el precio. Muchas cadenas reciben producto español y de terceros países, y después, en el lineal, puede ir todo igual, al mismo precio y no valoran el esfuerzo. El consumidor será el que, con su conocimiento, elija la marca. Pero claro, los supermercados obvian la marca con el granel o un envase estándar para no depender de ella. Además, la distribución desde hace unos años fomenta la diversidad de formatos para confundir al consumidor y que no pueda comparar el producto claramente.
En ese sentido, no vamos todos al 100% en sintonía. A los que hacemos un esfuerzo importante para hacer llegar al consumidor un producto sano, cultivado bajo estrictas normas de calidad y respeto al medio ambiente no siempre se nos reconoce y se paga. Pero en La Caña sabemos que tenemos que diferenciarnos en ese ámbito, aprovechando esa conciencia, que cada vez está más presente en la compra del consumidor.
También es justo decir que sí que hay supermercados que sí diferencian y valoran los orígenes y la calidad del producto.
¿Qué papel jugará el e-commerce en el desarrollo de este producto?
El comercio electrónico de frutas y hortalizas está cada vez más implantado entre los consumidores y creo que seguirá creciendo, pero en menor medida que el resto. Y para que funcione es importante ofrecer una marca, es decir, que se compre el producto porque transmite garantías.
¿Y qué futuro le augura al bio?
El tomate premium lleva una línea ascendente, pero el bio también. La responsabilidad de los consumidores y de los productores con el medio ambiente hace que cada vez se incremente la demanda y, de forma paralela, la producción. Para nosotros es satisfactorio tener la respuesta positiva del consumidor, porque se ve recompensado nuestro esfuerzo. Llevamos 42 años cultivando bajo los mismos parámetros y ver esa respuesta es gratificante. El agricultor es consciente de que no todo vale, ahora está más concienciado y se cultiva más sano.
No solo por los residuos, porque un producto convencional está prácticamente exento, sino porque se produce con más respeto al medio ambiente y el consumidor lo sabe. Así, estamos teniendo un crecimiento del 25% – 30% anual en ecológico de todos los productos. Hoy por hoy, el 33% de lo que producimos es bio. El incremento es paulatino, pero me estoy quedando sorprendido de la evolución del consumo. Hay un gran consumo y un mayor incremento de demanda.
¿Qué proyectos tienen en mente en el corto y medio plazo?
Trabajamos en cuatro líneas destacadas. En primer lugar, seguimos apostando por la producción propia, haciendo grandes inversiones en nuevas fincas, tanto en hortícolas como en tropicales. En segundo lugar, nuestro proyecto de V Gama con Caña Nature continúa creciendo; sin ir más lejos, hace poco lanzamos una salsa mexicana de tomate. Además, la línea bio representa una apuesta decidida con la nueva planta de El Ejido (Almería) exclusiva para producto ecológico.
Y, por último, continuamos adelante con las líneas de I+D+i con fondos europeos y colaboraciones con otras empresas, con el fin de optimizar los recursos naturales y reducir el desperdicio alimentario. Entre ellos se encuentra el proyecto Meditomato, que busca soluciones tecnológicas en tres localizaciones piloto en los países incluidos en el programa PRIMA, cubriendo la cadena de valor del tomate desde la producción hasta el procesado y distribución, para
el impulso del cultivo del tomate, contribuyendo así a un mayor desarrollo rural y social del sector agroalimentario en la zona del Mediterráneo.