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Un cambio de paradigma. NATURCODE

Fernando Vázquez, CEO de Naturcode.

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“En el campo, cuanto más, mejor, con la mayor calidad posible, y ya nos dirán el precio”. “Al cliente solo le importa el precio”, “los certificados sobre la producción y sostenibilidad solo valen para añadir más gastos”, “el problema de los precios está en la distribución”, etc. ¡Cuántas veces hemos oído estas afirmaciones!

La pandemia ha quebrado el último bastión de lo analógico, el acceso masivo por QR a la información digital. Silenciosamente, la curiosidad de los consumidores está penetrando en lo más profundo de la cadena agroalimentaria y sus efectos positivos serán inevitables en este cambio de paradigma. El problema real de la cadena siempre ha sido el mismo y no existían las condiciones para cambiarlo; se puede resumir en una frase de Sócrates: “El origen de todo mal es la ignorancia”. No obstante, aunque hay quien opone resistencia, la vacuna está inoculada y haciendo efecto, los no vacunados corren un riesgo muy elevado.

Las afirmaciones del principio se ven contrarrestadas por numerosos estudios. El último de ellos lo publicaba hace una semana el Consejo Económico Social de la Mesa de Participación de Asociaciones de Consumidores (MPAC), cuya Encuesta de Hábitos de Compra y Consumo 2022 revelaba que el precio no es ya el único motivo de compra de los consumidores. Ahora priman otros factores como el origen, la sostenibilidad, la responsabilidad corporativa y la calidad nutricional, aspectos que los consumidores (73%) están intentando reconocer de manera muy activa en Internet, pues casi tres cuartas partes (71%) consideran insuficiente la información ofrecida en las etiquetas físicas. Además, exigen y valoran las producciones sostenibles, las marcas solidarias con compromiso social y, sobre todo, ponen especial atención a la satisfacción de otros usuarios.

«Los datos procedentes del consumidor serán la clave para la rentabilidad y sostenibilidad en la cadena»

En paralelo, está la cuestión del etiquetado. Los consumidores demandan información transparente e imparcial del productor, no publicidad. A pesar de ello, algunas marcas continúan destinando importantes presupuestos a QRs de cuestionable parcialidad en paquetes, etiquetas y lineales, a través de los cuales el consumidor accede a plataformas de información como COCO, Yuka o Real Food, y que tratan de informar sobre aspectos nutricionales basados en algoritmos controvertidos como NutriScore, pero solo de las marcas cuya información de sus productos esté digitalizada. En España, estas suponen poco más del 13% de las casi 900.000 referencias existentes.

Pero el etiquetado debe elaborarse con la colaboración de nuestros distribuidores de confianza (aunque haya quien se oponga) para ofrecerle al consumidor lo que pide: información veraz, transparente e imparcial, que permita trazar el origen del alimento o la bebida y contenga todos sus datos nutricionales. Los consumidores ya no somos sujetos pasivos, queremos tomar decisiones de compra conscientes en base a los datos. Queremos saber, por ejemplo, qué diferencia un plátano de Canarias de una banana dejando de lado cuestiones como el precio; o un aguacate ecológico de Ecuador de uno ecológico bajo la normativa europea, y qué impacto tienen estas diferenciaciones en nuestra salud y la del planeta.

En resumen: el consumidor va a tener información holística del producto más temprano que tarde. El precio tiene su cabida, pero no es el único factor clave en las decisiones de compra, y los datos imparciales y transparentes procedentes del consumidor serán fundamentales para la rentabilidad y sostenibilidad en la cadena agroalimentaria.

«El precio no es el único factor clave en las decisiones de compra»

La voz del consumidor
Esta es la visión que compartimos y nos mueve en Naturcode desde hace años. Creemos que, como ya ha ocurrido en el sector turístico, las estrellas en los hoteles y la relevancia de la cadena a la que pertenecen son solo una orientación. Lo que verdaderamente ha cambiado las reglas del juego ha sido el empoderamiento del usuario con sus valoraciones y reseñas, capaces de igualar entrañables y coquetas pensiones con hoteles de cinco estrellas. De este modo, el consumidor alza la voz contra la pandemia de la ignorancia.

Permítanme, como hijo de agricultor, despedirme con una pregunta: ¿imaginan lo ilusionante que será rentabilizar y hacer más eficiente la cadena agroalimentaria con la ayuda directa del consumidor?

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