Maximilian Becker dirige desde octubre el negocio de semillas hortícolas de BASF, que opera en el mercado bajo la marca Nunhems®, un puesto al que llega en un momento “apasionante” para el sector, como él mismo reconoce, y en el que el cambio hacia un modelo de negocio más rentable y sostenible es inevitable.
¿Cómo afecta la situación geopolítica actual y la incertidumbre que genera a los planes de futuro de BASF?
Nadie puede negar el impacto de esta situación en el sector. En nuestro caso, y solo si hablamos del aumento del coste de la energía en el norte de Europa, es muy negativo. Pero esto no es ajeno al resto del sector, nuestros clientes también se enfrentan a este problema. Para el mercado español y también más al Sur, en Marruecos, existe, sin embargo, una oportunidad evidente. Al final, como empresa global, no sólo vemos los desafíos del futuro, sino también aspectos positivos.
¿Cuáles son los principales retos a los que se debe enfrentar el sector hortofrutícola en el horizonte 2030?
Sin duda, el principal es el reto climático, que exige variedades más resilientes, que se adapten mejor a situaciones como la sequía. También las resistencias son fundamentales para nuestra industria. Tenemos que afrontar estos desafíos y, en BASF, partimos de una buena posición. Por otro lado, no podemos negar que la falta de mano de obra resulta crítica para el sector. En este sentido, estamos realizando pruebas de robotización y, de hecho, tenemos proyectos piloto para ver cómo podemos ayudar a nuestros clientes. Debemos tener en cuenta que los mercados son muy diferentes, luego las tecnologías, también. Así, por ejemplo, resulta más fácil trabajar con robots en invernaderos que al aire libre. Ahí tenemos otro desafío importante.
En una entrevista publicada en la Revista Mercados, el comisario europeo de Agricultura afirmaba que la Unión Europea (UE) no va a dar marcha atrás en materia de sostenibilidad. ¿Qué supone esto para las casas de semillas?
Supone una oportunidad. Contamos con variedades resistentes que permiten reducir el uso de químicos, y seguimos trabajando para incorporar más resistencias a nuestros materiales. Tenemos una gran responsabilidad y es que debemos asegurar la sostenibilidad de la agricultura. En esta línea, debo decir que también nuestro negocio de protección de cultivos camina por una senda más sostenible y, de hecho, disponemos de productos con una menor huella de carbono que otros de la competencia. Al final, Europa es nuestro mercado principal y debemos adaptarnos a su nueva realidad, esto es, asegurar mayores rendimientos haciendo un uso más eficiente de la superficie de cultivo, el agua e inputs como los fertilizantes. Pero no solo eso. La guerra en Ucrania nos está obligando a poner el foco en variedades que nos ayuden a reducir el uso del gas natural y, con ello, la huella de carbono. Este va a ser un punto crítico para el agricultor en el futuro, ya que la UE también exigirá esa menor huella de carbono.
«Nuestro objetivo es que la cosecha de nuestras semillas alcance en los próximos años los 1.000 millones de consumidores en todo el mundo»
¿Supondrá esta nueva realidad una transformación de su modelo de negocio?
Nos dirigimos hacia nuevos modelos que aseguren la mayor rentabilidad posible al productor, y ya tenemos tecnologías que nos ayudarán a lograrlo. La idea es que, en un futuro, podamos lanzar una oferta conectada al agricultor que combine semillas y herramientas digitales, de modo que pueda planificar mejor sus cultivos y minimizar riesgos.
Todas las previsiones apuntan a que, en 2050, la población mundial alcanzará los 9.700 millones de habitantes. ¿Cómo afrontan el reto de alimentar a una población creciente?
Yo soy optimista y creo que vamos a lograrlo. Para ello, será necesario desarrollar nuevas tecnologías y material genético adaptado a zonas que no son las habituales de cultivo como, por ejemplo, muchas regiones de Asia y África donde ahora mismo es imposible producir. Tenemos un futuro apasionante por delante. Actualmente, 600 millones de consumidores disfrutan cada día frutas y hortalizas provenientes de nuestras semillas y nos hemos marcado como objetivo alcanzar en los próximos años los 1.000 millones. Esta es una gran motivación para todo nuestro equipo, pero también supone un reto y una gran responsabilidad. La tecnología nos va a ayudar a lograrlo, pero también somos conscientes de que tenemos que realizar inversiones muy importantes.