“La situación de los viveros es crítica”. VIVEROS RÍO ERESMA
Javier Palacios, presidente de la Asociación Española de Viveristas y gerente de Viveros Río Eresma, dio las claves de la difícil situación de este sector productor de planta fresa de Castilla y León en el I Encuentro Digital de Frutos Rojos, organizado por la revista Mercados.
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Unas 1.500 ha de superficie de vivero se cultivan cada año, alcanzando una producción de cerca de 1.000 millones de plantas de fresa para su trasplante tanto en Huelva como en diferentes países. Pero son muchas las complicaciones que vive el sector, especialmente en los últimos años, sumiéndolo en una falta de rentabilidad importante y dificultando su viabilidad de futuro. “La rentabilidad ha caído en picado en la última década y especialmente en los tres últimos años”, declaró Palacios.
En primer lugar, debido a la morosidad, ya que los productores aplazan el pago al máximo si hay problemas de mortandad de la planta, e incluso algunos no pagan, provocando que el vivero asuma, en su totalidad, el riesgo financiero del negocio. “Realizamos el envío de plantas bien seleccionadas con un seguimiento técnico detrás, analizadas, y las mandamos sanas, y 45 días después de haber plantado, y hasta 8 meses después, nos responsabilizan si mueren y tenemos que dar la cara pese a no ser responsables”, explica.
En segundo lugar, los viveros padecen otros muchos problemas relacionados con el cultivo, desde la constante adaptación a las diferentes variedades, cada vez más numerosas, que impide la selección de líneas clonales optimizadas, hasta la excesiva demanda de planta precoz que no permite que esta se entregue en correctas condiciones fisiológicas para su trasplante. A esto se le añade la escasez de materias activas para combatir plagas o enfermedades, así como la falta de biocidas para la desinfección del suelo, la necesidad de contar con el triple de terreno del cultivado, la falta de variedades tolerantes a enfermedades,…
Asimismo, se suma el alto coste de los royalties de las variedades, por los que deben luchar cada año para poder proveerse de las variedades que exige el mercado. En definitiva, un sinfín de complicaciones que provocan que “la situación actual de los viveros sea crítica”.