Ser ecológicos no es solo un modo de cultivar, sino que supone un compromiso que trasciende al campo y llega, por así decirlo, al plano emocional. Es casi una forma de vida. Por ello, quienes se comprometen hasta tal punto con este modelo productivo no entienden de medias tintas: “Es importantísimo ser ecológicos desde la semilla”, defiende Adolfo García, director general de Camposeven, aunque ello implique asumir mayores riesgos.
Comenta que es fundamental tener un mayor abanico de variedades en los distintos cultivos, así como de materiales resistentes o tolerantes a las principales enfermedades, sin que esto se traduzca en menores rendimientos. Y llegado a este punto, lanza el guante a las casas de semillas: “Deben seguir investigando en esta línea”.
Defiende la obligatoriedad de su uso que pretenden las administraciones española y europea, pero insiste en que, para llegar a este punto, “lo ideal sería que hubiera variedades disponibles de todos los cultivos, si no hay variedades con resistencias, el cultivo es inviable”. Y en ello trabajan casas de semillas como Vitalis, división bio de Enza Zaden, que actualmente cuenta con un portfolio de variedades en más de 20 especies hortícolas, desde cultivos de hoja o brásicas hasta pimiento, tomate o calabaza.
“ Debemos hacer pedagogía e informar al consumidor para que sepa qué supone ser ecológicos 100%»
Por último, el director general de Camposeven pone el foco en el consumidor y se pregunta hasta qué punto este es consciente de la importancia de comprar alimentos ecológicos 100%. En esta línea, afirma que es necesario hacer más pedagogía e informarle convenientemente sobre cómo se cultivan esos productos, qué ventajas tienen y, sobre todo, despertar su conciencia sostenible.
Pese a todo, García no duda un segundo: “Usar semilla ecológica tiene una importancia vital” y, por muchos que sean los retos que aún plantean, son la base para ‘construir’ un producto bio en el mayor sentido de la palabra.