Como una de las grandes entidades del sector, ¿qué balance hacéis de la campaña 2014/2015 que acabamos de cerrar?
Ha sido un ejercicio muy dispar. En el caso de la pera, se han registrado muchos altibajos debido principalmente al veto ruso, y aunque en general los precios han sido bajos, hemos podido tener niveles aceptables para nuestra fruta. En el caso concreto de la variedad Conferencia, las cotizaciones fueron excesivamente reducidas a principios de 2015, recuperándose fuertemente en primavera. En cambio la campaña de manzana, la podemos calificar de nefasta, de las peores de cuantas recuerdo, con una presión en precios excesiva.
Y ante un contexto tan complicado, ¿qué estrategia comercial lleva a cabo ACTEL?
No es sencillo gestionar un mercado tan complejo, y menos aún cuando los operadores solo buscan precios bajos. Pero evidentemente no hay otra opción que seguir ampliando clientes y aumentar la presencia en aquellos destinos donde ya estamos. Concretamente desde hace años llevamos a cabo un ambicioso proyecto para conquistar mercados de ultramar. Así, tenemos muy buena presencia en Brasil, y hemos comenzado a operar en Colombia y Costa Rica, destinos que se unen a los países del Golfo Pérsico y Emiratos Árabes, donde ya es reconocida nuestra marca. Asia es la asignatura pendiente debido a la falta de protocolos fitosanitarios para la exportación.
¿Es una amenaza para el sector español la producción de manzana de Polonia?
Teniendo en cuenta que es el primer país productor europeo de manzana, sin lugar a dudas lo es. Presumiblemente sus costes de producción son bastante más reducidos que los nuestros, por lo tanto la competitividad vía precio es muy difícil sin penalizar gravemente al socio agricultor. De ahí la importancia de comprometerse a defender el producto nacional antes de admitir producto de importación.
¿Qué acciones particulares o sectoriales cree que se deben llevar a cabo para ganar presencia en los lineales españoles frente al producto de otros orígenes?
Hay dos aspectos muy importantes a tener en cuenta. En primer lugar, hay que lograr que tanto las grandes superficies como los mercados tradicionales apuesten más y definitivamente por el producto nacional mientras existan stocks en España. La importación es buena si complementa, pero nefasta si sustituye al producto nacional. En segundo lugar, hay que ofrecer un valor diferenciador frente a la fruta de otros orígenes, que no debe ser otro que el de la calidad, que es inherente a nuestra fruta. Además debemos lograr el compromiso de toda la cadena, desde el agricultor hasta la distribución, para que SIEMPRE el consumidor pueda encontrar nuestro producto fruta allí donde desee comprarla. No será fácil, pero es imprescindible hacerlo.•